Esta es la verdura de invierno que evitará que cojas kilos de más estas Navidades, mejora la digestión y mantiene a raya el colesterol
Lo más importante y laborioso es el comienzo, la preparación. Para empezar, se limpia y deshila el cardo. Cocerlo al punto exacto es uno de los desafíos y después, añadir almendras o jamón serrano son una opción
Logroño - Publicado el
5 min lectura
Para muchas familias españolas, el cardo siempre es un plato obligatorio en la cena de Nochebuena. Una tradición que cumplen Navidad tras Navidad. Un plato que protagoniza un menú que puede encajar para prácticamente todos los bolsillos.
Pero hay quien piensa que está tradición puede estar perdiéndose en algunos hogares al perder popularidad en favor de otros productos considerados más nobles o más especiales.
Pero el cardo resiste y reivindica su papel como verdura de invierno, económica y saludable y con mucho que ofrecer en la cocina. Una verdura no solo de Navidad sino de invierno. Una verdura que ofrece multitud de posibilidades con recetas más naturales y simples y otras más elaboradas.
Su presencia la podemos encontrar en un relato. Hasta la segunda mitad del siglo pasado era costumbre respetar la abstinencia y cierta contención hasta el mismo día 25, por lo que en la cena de Nochebuena no había nada de carnes ni embutidos. De ahí que, en muchas regiones, sea tan típico preparar pescados como el besugo -hoy por las nubes- y verduras como la lombarda o el cardo.
cómo cocinar el cardo riojano: receta
Lo más importante y laborioso es el comienzo, la preparación. Para empezar, se limpia y deshila un cardo de la huerta calagurritana, una zona de La Rioja que reúne las condiciones adecuadas para un cultivo excelente. Un cardo de La Ribera navarra también es una gran opción.
Se corta en tacos y se pone a cocer durante unos 30 minutos en unos 250 ml de agua que reservaremos después para ligar la bechamel. Mientras, picamos muy fino un diente de ajo, una cebolla y pochamos en aceite a fuego lento.
Cuando estén dorados, tamizamos una cucharadita de harina y removemos bien para tostarla, añadiendo finalmente el agua de cocción del cardo (según cantidad deseada) y nata líquida para cocinar hasta que la mezcla vaya espesando, sin dejar de remover.
Cuando alcance la textura deseada, se aporta el cardo y se deja cocinar unos minutos, corrigiendo de sal si fuese necesario.
Llega el momento de majar las almendras y añadir un poco del caldo del cardo para desleír el majado. Agregar a la cazuela del sofrito, salar un poco y mezclar.
Cocer el cardo con sus aderezos cinco minutos, lo justo para que la salsa se reduzca y quede espesita y el cardo tome el sabor resulta clave. Finalmente, decorar con perejil y servir caliente. Y para quien quiera, puede añadirse un poco de jamón serrano picado, frito o al natural.
Un plato que comienza con su mimo en la huerta, unas huertas que siguen siendo cuidadas por pequeños agricultores en los pueblos de algunas zonas de nuestro país.
También puede servirse un cardo preparado en un bote de conserva, pero esa ya es otra cuestión.
PROPIEDADES DEL CARDO
Rico en minerales: El cardo es rico en hierro y calcio, además contiene potasio y sodio. Todos ellos son minerales muy importantes para el organismo, ya que ayudan a regular el balance ácido-base del cuerpo, así como la cantidad de agua que se concentra en sangre y tejidos. Al respecto, nuestra nutricionista nos explica que "las concentraciones de estos dos elementos en el interior y exterior de las células de nuestro organismo propician las contracciones musculares y el impuso nervioso, con especial relevancia en la actividad cardíaca".
Mejora la digestión: Su consumo está recomendado a personas con problemas de hígado o vesícula biliar, ya que contiene cinarina, que es una sustancia que proporciona el sabor amargo al cardo, y además es beneficiosa para el funcionamiento de estos dos órganos, lo que mejora la digestión.
Su consumo está recomendado a personas con problemas de hígado o vesícula biliar, ya que contiene cinarina, que es una sustancia que proporciona el sabor amargo al cardo, y además es beneficiosa para el funcionamiento de estos dos órganos, lo que mejora la digestión.
Osteoporosis y colesterol: En la composición del cardo se encuentra un hidrato de carbono llamado inulina, cuyos beneficios son:
La disminución de la glucemia en sangre
Mejora de la absorción del calcio
En definitiva, esto hace que ayude a prevenir la osteoporosis, así como a bajar el nivel de colesterol.
Contra el estreñimiento: Su contenido en fibra favorece el tránsito intestinal, y de esta forma, evita el estreñimiento. Este es uno de los trastornos intestinales más habituales durante las vacaciones, debido a los cambios en horarios y alimentación que afectan a la regularidad.
El cardo forma parte de las verduras que son beneficiosas para evitar este problema, como las acelgas.
el cardo, muy cerca de la alcachofa
Con el nombre común de cardo llamamos a numerosas plantas pertenecientes a la familia de las astaráceas, aunque en gastronomía nos referimos únicamente al conocido como cardo comestible o Cynara cardunculus, emparentada con la alcachofa, con la cual comparte género (Cynara scolymus). Curiosamente, del cardo nos comemos el tallo o pencas, mientras que de la alcachofa lo que apreciamos es la flor, menos espinosa y dura que la del cardo.
Es una planta de hoja perenne que crece verticalmente a partir de una roseta de la que surgen numerosas hojas pinadas y de perfil afilado. Los tallos, de desarrollo más tardío, suelen estar cubiertos de espinas pequeñas poco visibles a simple vista, pero bastante dolorosas si se clavan en la piel. Algunas de las variedades de desarollo más reciente han conseguido evitar este problema para el consumo humano.
Puede superar el metro y medio de altura y las flores presentan un gran tamaño, creciendo en forma de globo ligeramente tubular sobre un receptáculo totalmente cubierto por secciones ovales puntiagudas, y son de color violeta o liláceo.
Las fuentes escritas sitúan el cardo ya como planta de uso y consumo en la antigüedad clásica, formando parte del recetario de los pueblos griegos así como de romanos, persas y pueblos de África. Su recolección y cultivo se extendió durante la Edad Media por media Europa, convirtiéndose en una hortaliza humilde y popular de los meses de invierno, llegando también a imponerse en territorios americanos.
Con la expansión de otros vegetales y los cambios de gustos de la población, el cardo fue perdiendo popularidad desde mediados del siglo XIX, aunque continúa siendo uno de los cultivos invernales clave en ciertos territorios, donde se ha especializado su producción y se considera un manjar culinario. Destaca el cardo de Ginegra, en Suiza, y el navarro y el riojano en España.
En nuestro país es precisamente Navarra la comunidad que produce un mayor número de toneladas de cardo al año, le siguen la Comunidad Valenciana y La Rioja.