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Este es el motivo que empuja a una joven a volver al pueblo riojano de su abuela: "Piedra a piedra"
La aldea riojana de Treguajantes recupera la alegría de la vida gracias al cariño de los jóvenes descendientes: "No vamos a dejarla morir"
Logroño - Publicado el - Actualizado
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Treguajantes es una aldea riojana en la que hoy, a diario, solo viven 3 ganaderos. La fotografía de ese enclave que pertenece a Soto cambia notablemente los fines de semana. Hijos y nietos de quienes tuvieron que dejar Treguajentes en los años 60 se acercan para darle vida, para no dejarle morir. Para ello, están rehabilitando el pueblo. Piedra a piedra.
Hacen todo lo que está en sus manos. Y fíjate, carameño, carameña, quiere decir persona trabajadora y ése es precisamente el gentilicio de la aldea riojana de Treguajantes. Este enclave riojano quedó deshabitado en los años 60.
Hoy tiene varias casas restauradas que son habitadas en verano pero hace apenas 20 años esta pequeña aldea estaba prácticamente abandonada, tenía entonces un habitante. En estos momentos, durante todo el año ya viven tres personas que se dedican a la ganadería.
La localidad, como todos Cameros, se ha dedicado históricamente al pastoreo trashumante, y al pueblo le llegó escasamente la era industrial mediante una serie de telares de paños y balletas, algunos tornos de hilar para las fábricas de Soto de Cameros.
Esa economía casi de subsistencia, unida a sus malas comunicaciones, fueron las razones principales por las que sus habitantes emigraron durante todo el siglo XIX, y de forma más masiva durante las primeras décadas del siglo XX.
Una aldea perdida en el tiempo que hoy respira de nuevo, se levanta con una vitalidad inesperada, gracias a la intervención de su comunidad y la llegada de la electricidad.
Treguajantes ha sido la primera localidad de La Rioja en contar con una comunidad energética, placas solares facilitan el enganche de quince viviendas. Esto ha propiciado que los residentes habituales hayan pasado de uno a tres pero, sobre todo, que los habitantes esporádicos, los descendientes, se conviertan en más asiduos gracias a la comodidad que aporta la electricidad.
Todo empezó con el impulso de la asociación Virgen de Serrias, de la que forman parte unas 50 personas. La mayoría son gente joven, hijos, nietos y biznietos de aquellos que tuvieron que abandonar la aldea en busca de una vida mejor.
Lucía Olivas es uno de ellos, tiene 24 años. Es la presidenta de la asociación Virgen de Serrias. Su amor por el pueblo es herencia de su abuela. Emocionada, recuerda que lo hacen por quienes no pudieron seguir viviendo en un lugar alejado de los servicios necesarios.
Gracias al trabajo de esta asociación que aglutina a 50 personas ya han conseguido avances. La iglesia de San Martín tiene cúpulas nuevas y ahora sus esfuerzos se centran en la ermita.
Comenzaron a trabajar en la idea de recuperar la iglesia de San Martín. Durante años, varios vecinos, de forma voluntaria, han limpiado y desescombrado el interior, con algunas obras como el arreglo de las escaleras de acceso a la torre, o la cúpula, mientras en cada fiesta recaudan dinero con degustaciones o sorteos. Hasta han convocado una campaña de micromecenazgo.
La iglesia ya tiene cúpulas nuevas ya ahora los esfuerzos se centran en la ermita. Existe una hucha en Treguajantes en la que todo visitante puede realizar un donativo.
Lucía, y el resto de jóvenes descendientes de Treguajantes, no piensan dejar morir esta aldea riojana. ¿Por qué? Lucía lo tiene claro. "Subes al pueblo y te sientes en una gran familia, llego allí los fines de semana y me siento muy bien, es mi lugar", explica.