FOLCLORE NAVARRO

Folclore navarro con Santa Cecilia, el txistu y el tamboril

Alberto Magán-Ciérvide habla de la fiesta de Santa Cecilia, patrona de la música

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Alberto Magán-Ciérvide habla de la fiesta de Santa Cecilia, patrona de la música

Alberto Sanz

Pamplona - Publicado el - Actualizado

9 min lectura

Ayer 22 de noviembre, celebramos la fiesta de Santa Cecilia, patrona de la música. Es tradición en muchos lugares de Navarra celebrar este día. Si no se puede el mismo día 22 se celebra el fin de semana, pero siempre por lo general, con música y con mesa. Navarra es tierra rica en grupos musicales y sé que estos días, orquestas, bandas, corales, grupos de jotas, auroros, gaiteros, txistularis y demás, celebran a su patrona. En muchos pueblos hay pasacalles, como el que realizó la banda de música la Pamplonesa el pasado sábado por las calles del casco viejo de Pamplona. También conciertos en auditorios, casas de cultura e iglesias, o también misas como la que cantará este próximo sábado día 25 a las 12h el Orfeón Pamplonés en la iglesia de Santo Domingo de Pamplona.

También es celebrada esta santa romana por los alumnos de conservatorios y de escuelas de música, como la de Tafalla, que quiero citarla porque, además que es donde yo estudié música durante 10 años, ayer celebró su 50 aniversario y está preparando un año lleno de actos.

Y aquí me quiero quedar, con las escuelas de música, ya que de ellas salen los futuros músicos y en parte, son los encargados de mantener y trasmitir nuestro folclore y patrimonio musical a generaciones futuras. No solo de forma tangible, sino también sentimental. Así que desde aquí un llamamiento a esos profesores, a que pongan de su parte para cuidar y trabajar por nuestra música.

Y también quisiera recordar a todas aquellas personas que mantienen y transmiten nuestra música tradicional de una forma menos académica. Bien porque la aprenden como popularmente decimos “a oído” o porque les ha llegado por medio de transmisión oral.

No por ello tiene menos mérito, sino al contrario. Y por supuesto, hay que tener en cuenta que el objetivo de la música y de nuestro folclore es vivirlo y disfrutarlo. Da igual dónde o cómo se haya aprendido.

Y gracias a mucha gente popular y altruista, se mantiene gran parte de nuestro folclore musical navarro. Así que a todos ellos, y a cuantos músicos celebran estos días a su patrona con música y mesa, felicidades por Santa Cecilia. Que nunca pare la música, que nos da vida y alegría y nos ayuda a transmitir nuestros sentimientos.

Y recordada esta fiesta tan musical, hoy vamos a hablar de un instrumento tradicional de nuestro folclore y que generalmente va emparejado.

El Txistu y el tamboril.

Hoy día el Txistu y el Tamboril es un dúo instrumental característico en el folclore vasco-navarro. Lo componen, por un lado el Txistu, que es una flauta de pico que se toca con una sola mano, normalmente la izquierda y que utiliza sólo tres orificios para la obtención de las diferentes notas.

Por su parte, el Tamboril, es un pequeño tambor cerrado con un solo bordón en el parche trasero. Se cuelga del brazo izquierdo y se toca con la mano derecha, golpenado con una fina vara llamada “ziria”.

Este dúo instrumental es la variante del Tambourin o Flûte-tambourin conocido en casi todo el mundo, especialmente en Europa, con distintos aspectos y formas.

¿Qué tipo de instrumento es el txistu?

El txistu es una flauta llamada de pico vertical, de tres agujeros. Los tres están situados en la parte inferior; dos en la parte delantera y uno en la trasera. Estos agujeros se tapan o destapan con los dedos índice y corazón en la parte delantera y el pulgar en el agujero de la parte de atrás. Se toca con la mano izquierda.

Al ser tan elemental en su diseño y no existir un modelo estándar de construcción y afinación, durante siglos el txistu se mantuvo ligado al ámbito rural.

Podemos ver el Txistu tanto como instrumento como institución.

El Txistu como instrumento es “una flauta recta con embocadura de pico de 42 cm. de lago y 22 mm. de ancho en su parte baja, con boquilla y lengüeta incorporadas de madera o metal. Lleva unas anillas metálicas, que impiden su agrietamiento y le sirven de adorno. En la parte baja tiene un anillo destinado al dedo anular, para sujetarlo mejor. Por su parte, el Txistu-institución, podríamos decir que es el “el heraldo de las Corporaciones” y el alma de muchas danzas, fiestas y otros acontecimientos populares.

La popularidad de la que goza el Txistu en nuestra tierra, ha supuesto que muchos autores hayan escrito sobre él en relación a su origen, naturaleza y evolución.

Debemos tener en cuenta que todas las flautas de la prehistoria tienen en común que son de huesos de ave o tibias de animales con dos o más agujeros. Por eso, no se pueden destacar características propias por regiones de origen, ni atribuirle la paternidad inicial del instrumento a nadie en concreto. Es el hombre de la prehistoria de todos los países el que se percata de que un tubo perforado por el que soplar, produce unos sonidos de interés, para lo que se emplea como materia prima la más accesible en aquel periodo, el hueso. Son flautas que no tienen embocadura y la cabeza del instrumento, se apoya sobre el mentón o el labio inferior. El resto lo hace la habilidad del intérprete al crear con los labios un bisel, lo que equivaldría a soplar sobre el orificio del cuello de una botella, tratando de sacarle sonido, que seguro muchos de nosotros hemos hecho alguna vez.

Con el paso de los siglos y hasta la actualidad, este instrumento, adaptándose al gusto y a las técnicas de construcción de cada momento, ha acompañado al pueblo en sus fiestas y celebraciones.

A pesar de ello y de su largo recorrido histórico, el instrumento y su repertorio han evolucionado de forma limitada. Al ser tan elemental en su diseño, pues básicamente, es un cilindro con tres agujeros, y no existir un modelo estándar de construcción y afinación como ocurre con otros instrumentos, durante siglos el txistu se mantuvo ligado al ámbito rural como hemos comentado antes, con un repertorio folclórico que pasaba de padres a hijos de forma oral. Incluso en el siglo XVI fue bastante apartado por el violín.

Será en el siglo XVIII cuando se produce un importante cambio de rumbo: Según explica Ansorena, «Un grupo de nobles, liderados por el conde de Peñaflorida, dieron lugar a un movimiento de inspiración enciclopedista, bajo cuya influencia los tamborileros vasco-navarros empezaron a interpretar, adaptar y componer músicas acordes con el gusto de la época. Y para ello, lógicamente, hubieron de hacer algunos cambios. Para empezar redimensionaron el instrumento hasta conseguir uno capaz de emitir una gama de dos octavas correctamente afinadas; inventaron también un txistu más grande, el llamado silbote, lo que les posibilitó la escritura polifónica a varias voces y, por supuesto, se lanzaron a la composición y adaptación de obras para este “txistu mejorado”.

Igualmente surgieron las bandas. Una de las capacidades del nuevo txistu era la de integrarse en conjuntos mayores, algo imposible antes debido a la diversidad de afinaciones. Comenzaron a surgir así las bandas de txistularis, que adoptaron un carácter institucional, y el repertorio fue engrosándose de nuevas piezas para combinaciones de txistus, txistu y órgano, txistu y banda, txistu y piano, txistu y acordeón... Eso sí, girando su repertorio casi siempre en torno a determinadas danzas y ritmos estándares de la zona: la biribilketa, el fandango, el zortziko, la ezpata-dantza, el arin-arin, el pasacalle o el contrapás. En resumen, una fantástica literatura musical de aire popular, presente en nuestras calles y plazas desde hace más dos siglos.

Y como en todo y por el transcurso y evolución de la vida, los tiempos cambian. En los últimos años se está produciendo una revolución silenciosa en el mundo del txistu, ya que han surgido iniciativas que pretenden sacar al instrumento de su rutina folclórica e introducirlo en nuevos ámbitos.

El esfuerzo más destacado es el de Silboberri, una asociación de Durango que ha apostado fuerte para que el txistu pueda entrar en la sala de conciertos en igualdad de condiciones que un violín o un clarinete. Para lograrlo, entre otras cosas han desarrollado un nuevo modelo de txistu, llamado J.A.I., que introduce sustanciales mejoras en la afinación y el equilibrio entre los sonidos agudos y graves, muy descompensados en el modelo tradicional.

En la idea de que un instrumento que no se adapta a las música actuales, es un instrumento muerto, la asociación inició en el 2000 una dinámica de encargos a autores de un perfil muy distinto al de los compositores-txistularis tradicionales, que aportarán una visión diferente y fresca al uso que se le puede dar al instrumento.

Seguro que todos hemos visto desfilar y hemos escuchado a los txistularis en algún momento. En Pamplona, forman parte del cuerpo de ciudad, que desfila en los días grandes de la capital acompañando a la corporación municipal. Tendremos ocasión de poderles ver y escuchar el próximo miércoles 29 de noviembre, festividad de San Saturnino, patrón de Pamplona, durante la procesión, que recorrerá el antiguo Burgo de San Cernin. En este caso, suelen ir acompañados del tamboril y trompetas, anunciando junto a los timbaleros y clarineros municipales, que se abra paso al ayuntamiento. Aquí vemos, como hemos nombrado antes, el “txistu institución”. Igualmente podemos escucharles en muchas localidades tocando dianas en las fiestas o acompañando procesiones, como por ejemplo en el recibimiento del Ángel de Aralar. También acompañan a grupos de dantzaris y un acto muy bonito y que se celebra en varios lugares en Navarra es el alarde txitulari. Como su nombre indica, un alarde es mostrar o exhibir algo y este acto suele congregar a muchos txistularis que quieren exhibir y mostrar sus cualidades para ensalzarlo, darlo a conocer, disfrutar de su música y que no se pierda.

Y para concluir, quiero citar algunas cosicas relacionadas con los Txistus.

En pamplona, en la la plaza de la paz, junto a la estación de autobuses, podemos ver separando los carriles de la avenida, 5 txistus gigantes, que ya son míticos y nos recuerda su presencia e importancia en nuestro folclore e historia. En algunas localidades, podemos ver que se le ha dedicado una calle, como en Tafalla el pasadizo del Txistulari, bares que llevan su nombre, incluso uno en Madrid y también encontramos muchas representaciones gráficas a lo largo de la historia.

Desde grabados y dibujos en cantorales y pergaminos de iglesias y conventos hasta tallados en los capiteles pétroes de claustros o ermitas, donde aparecen músicos tocando la primitiva flauta de tres agujeros, origen de nuestro actual Txistu.

Su nombre en euskera significa, silbido y con su sonido suave, silbeante y romántico acompañado por el ritmo caminante del tamboril, enriquece nuestra historia, nuestra música, nuestra tradición y nuestro folclore navarro.

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