HISTORIA DE PAMPLONA

Historia y anécdotas del violinista navarro Pablo Sarasate

Max Bruch, un compositor y director de orquesta alemán contemporáneo de Sarasate, dijo: El público se volvía loco en todas partes escuchándolo, nunca he visto nada parecido

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Pablo Sarasate, el violinista con "el que público se volvía loco en todas partes escuchándolo"

Alberto Sanz

Pamplona - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Juan Echenique, autor de "Secretos de Pamplona", repasa la historia de la Pablo Sarasate. Se habla de Sarasate y del italiano Paganini como los mejores violinistas de la historia.

Fue un niño precoz, con un talento extraordinario; un superdotado que alcanzó muy pronto la fama

Arthur Conan Doyle, en su libro La liga de los pelirrojos (1891), hace que Sherlock Holmes posponga sus investigaciones en el caso que está investigando porque quiere acudir a escuchar un concierto de Pablo Sarasate.

Max Bruch, un compositor y director de orquesta alemán contemporáneo de Sarasate, dijo: “El público se volvía loco en todas partes escuchándolo, nunca he visto nada parecido”. Y el conocido violinista libanés Ara Malikian, ha dicho: “El mérito de Sarasate es que hizo popular la música clásica, precisamente lo que necesitamos ahora”.

Martín Melitón Sarasate Navascués, nacido en Pamplona el 10 de marzo de 1844, tuvo mucho más reconocimiento en Europa e incluso en América que en España. Fue el primogénito y el único hijo varón del matrimonio formado por el músico militar Miguel Sarasate y su mujer Francisca Javiera Navascués.

Fue un niño precoz, con un talento extraordinario; un superdotado que alcanzó muy pronto la fama. Dejó Pamplona cuando aún era un niño -a los dos años- y siguiendo los pasos de su padre, vivió en Valladolid, Santiago y La Coruña.

Pudo formarse en Madrid, gracias al mecenazgo de la viuda de Espoz y Mina que le escuchó en un concierto y se quedó admirada. Con solo ocho años actuó en el Teatro y en el Palacio Real, allí una fascinada Isabel II decidió concederle una ayuda para que pudiera continuar su formación en París.

Su madre viajó desde Madrid hasta Francia con él. Pararon en Pamplona para que Pablo hiciera la Primera Comunión -en la parroquia de San Nicolás- y al llegar a Bayona, su madre murió de cólera. El cónsul español en Bayona era el pamplonés Ignacio García y Echeverría, que lo acogió en su casa, se hizo cargo de él y le acompañó a París.

A partir de ahí se sucedieron los conciertos, los premios y el éxito internacional. Recorrió y triunfó Europa, Estados Unidos y Sudamérica. Ofreció conciertos memorables gracias a una prodigiosa técnica con la mano izquierda y a su velocidad de ejecución. Fue un virtuoso, que tocaba el violín con una limpieza impecable y con una afinación excepcional.

Se habla de Sarasate y del italiano Paganini como los mejores violinistas de la historia. Como compositor, dejó escritas obras como Aires gitanos, la Habanera, Romanza Andaluza o Capricho vasco. Y compositores de la talla de Dvorak, Saint-Saëns o Lalo crearon música para él.

Pese a su fama internacional y a su temprana salida de Pamplona, jamás se olvidó de su tierra natal. Todos los años, desde 1878 hasta 1908 -salvo 1884, por una epidemia de cólera-, acudió a fiestas de San Fermín. En sus visitas, ofreció decenas de conciertos que pagaba de su bolsillo e impulsó la Orquesta Santa Cecilia para promocionar y popularizar la música clásica.

Sarasate murió a los 64 años en Villa Navarra, su casa de Biarritz, debido a un enfisema pulmonar, el 20 de septiembre de 1908 -el mismo día, 53 años después, en que su madre murió en Bayona-.

Dejó claro que quería ser enterrado en Pamplona. Su cadáver llegó en tren el 25 de septiembre y fue conducido a la Casa Consistorial. Al día siguiente fue trasladado al cementerio entre una gran multitud, que se agolpaba a ambos lados del cortejo para rendirle homenaje. Fue enterrado en la glorieta central -ahí sigue y la Corporación municipal le rinde homenaje el 1 de noviembre de cada año- y el funeral se celebró el 27 de septiembre en la Catedral de Pamplona

A lo largo de su destacada trayectoria recibió multitud de galardones, como:

Y en Pamplona:

Él donó a Pamplona dos de sus violines, un piano, manuscritos, partituras y su biblioteca de música, además de objetos personales como diplomas, medallas, condecoraciones, relojes, alfileres o bastones. Todo esto se puede contemplar en el Museo de Sarasate, en el Palacio del Condestable -está previsto que sea trasladado al futuro civivox del Ensanche, en Salesianos-.

María Nagore Ferrer, que escribió el libro Sarasate, el violín de Europa, lo describe como entrañable, divertido, ingenioso, ingenuo, despistado y muy apegado a su madre adoptiva, madame Lassabathie. A eso podemos añadir que tenía una gran presencia escénica, que era elegante y seductor y que levantaba pasiones allí por donde iba.

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