Ciudadanos entra en el Gobierno andaluz

Si los primeros pasos a nivel nacional de Ciudadanos estuvieron marcados por la prudencia y por su negativa a pactar ‘sillones’ en hipotéticos pactos electorales, Rivera dio un giro el pasado mes de diciembre tras los resultados electorales de Andalucía. Era la primera vez que existía una posibilidad real de desalojar al PSOE del Palacio de San Telmo tras 36 años de Gobierno: “Si hay oportunidad de cambio, lo habrá”, repetían durante la campaña los dirigentes naranjas tanto en Andalucía como en Madrid.

Así fue. El PSOE de Susana Díaz fue la fuerza más votada, pero la suma de PP, Ciudadanos y Vox permitían forjar una mayoría en la sesión de investidura. Hecho que se consumó el pasado mes de enero, cuando el popular Moreno Bonilla inauguraría un nuevo cambio político en la comunidad más poblada de España, gracias al apoyo de los naranjas y de la formación de Santiago Abascal.

Ciudadanos no se conformó con apoyar la investidura, y tras semanas de duras negociaciones con el PP, acordaron un gobierno en coalición, en el que los naranjas ostentarían cinco consejerías frente a las seis de los populares.

En el PP la euforia era patente, mientras que en el caso del Vicepresidente del Gobierno y líder de Ciudadanos en la región, Juan Marín, se mostraba satisfecho, sin más. Era consciente del elevado coste que podría suponer para Ciudadanos a nivel nacional formar un gobierno apoyado por Vox, pese a los intentos de la dirección autonómica y nacional por explicar que el acuerdo era únicamente con el PP.

Un pacto que además sirvió para visibilizar una nueva discrepancia entre Albert Rivera y su fichaje estrella en Barcelona, Manuel Valls, que tras las elecciones andaluzas advirtió a Ciudadanos que "no puede haber ningún pacto con la extrema derecha" y que lo "sensato para Andalucía sería un acuerdo entre los partidos constitucionalistas”, entre los que incluía a PP, Ciudadanos y PSOE.