Carmen Posadas, en ‘Diálogos en femenino’: “Le debo todo a mis defectos y no a mis virtudes"

La escritora comparte Diálogos en femenino con la empresaria Adriana Domínguez

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Pilar Abad

Publicado el - Actualizado

7 min lectura

Volvemos a encontrarnos en una segunda entrega de ‘Diálogos en femenino’ en este verano de 2022 protagonizado por Carmen Posadas y Adriana Domínguez.

El particular café sonoro de COPE en el que se conoce a distintas personalidades de múltiples ámbitos mediante el diálogo que mantienen los protagonistas que cada fin de semana, por estas fechas, toman la palabra.

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La escritora y empresaria coinciden en muchas cosas: son grandes lectoras, hijas de padres famosos, emprendedoras, les gustan los podcast… y comparten algunas experiencias que ambas vivieron desde su infancia.

Nuestras dos invitadas, Carmen y Adriana, pasaron parte de su infancia y adolescencia en internados. En el caso de Domínguez “desde los 8 años hasta los 16, iba cambiando cada dos años de colegio y de país. He estado en Inglaterra (dos veces), en la parte de la Suiza francesa y en Alemania”. Una experiencia que las dos tachan de positiva pero con distinta lectura. Posadas la define como “una nueva oportunidad” porque como recuerda “yo era una niña extra tímida, así que cada vez que tenía que cambiar de país me decía: ‘Carmencita, vas a ser distinta, ahora vas a tener muchas más amigas, vas a ser la más simpática, vas a participar más en las cosas…’. Entonces, era como si la vida me diera una oportunidad”. Sin embargo, Adriana “veía que cada dos años te podías reinventar un poco en cómo era esa percepción que tenían los demás de ti. Yo intentaba mejorar en donde veía que no me había ido muy bien” y asegura que los años en el internado “todo eso sí que me hizo muy flexible, una flexibilidad que luego se utiliza de formas variadas en un mundo como el de hoy”.

Aunque la escritora y la empresaria recuerdan con agrado y felicidad, sin embargo, a la hora de tomar la decisión de hacer lo mismo con sus hijos o nietos es cuando debaten de las verdaderas consecuencias. Dice Domínguez que “los internados están muy bien pero también tienen costes que luego estás gestionándolos toda la vida” señalando que “te independizas muy jovencita y eso tiene otros efectos secundarios, es decir, que quizás la crianza humana necesita de un poquito más de afecto y de cobijo durante algo más de años que a los 8”. A lo que Posadas añade que influye “según la personalidad de cada niño porque cada niño es un mundo”.

Una infancia que marcó a Carmen Posadas y le encaminó a convertirse en escritora como ella mismo nos cuenta “le debo todo a mis defectos y no a mis virtudes”. Como relataba antes cuando hablaba de los internados “yo era una niña bastante acomplejada porque todos en mi casa eran divinos y yo era muy fea, entonces iba a mi cuarto y escribía un largo y lacrimógeno diario que es el comienzo de mi vocación”. Cuenta la escritora que “empecé a escribir para niños pensando que era más fácil, mentira, para mí es muy difícil”, asegura. Sin embargo, señala Posadas que “siempre he tenido mucho miedo a las cosas, lo cual por un lado es malo pero por otro, te hace superarte porque si son cosas que te aterran, tú mismo te estás poniendo retos para superarlos. Entonces me puso el reto de ser escritora”.

Adriana Domínguez estudió “Empresariales porque en mi casa no me dejaban estudiar otra cosa” confesando que “yo realmente quería estudiar Humanidades”. “Al acabar la carrera estudié un Máster, estudié Cine, dirección de cine, de ahí pase a interpretación y era como una especie de año sabático”, de esta manera se inició Domínguez en el mundo de la interpretación en Nueva York, aunque asegura que “realmente no entré con una idea de ser actriz, era más… me encantaba el mundo del cine, y quería reorientar un poco el tema de empresariales a trabajar en esa industria y pensaba más bien en la producción, pero luego me desvíe hacia la interpretación, la escritura, dirección… todo eso” y llegó a rodar hasta cinco películas. A pesar de haber hecho sus pinitos en el cine, dice la empresaria que “me encanta el oficio de la interpretación pero no la profesión”.

A día de hoy Adriana Domínguez es miembro vitalicio de The Actors Studio de Nueva York y recuerda el día que hizo el casting para ‘El mercader de Venecia’ de Shakespeare en el que iba a interpretar el papel de la hija del mercader junto a Al Pacino que haría de mercader, “pero no me cogieron y ahí acabó mi carrera” lamenta la empresaria. De aquellos ensayos con el actor norteamericano recuerda que “le costaba mucho el lenguaje shakesperiano”.

Destaca Domínguez que “la interpretación ayuda a muchas cosas” y explica que “lo que el actor actúa no es el texto, es el subtexto” admitiendo que sus estudios de interpretación “me ha enseñado a que yo cuando hablo con gente o cuando me muevo en situaciones profesionales no estoy tan pendiente al texto como al subtexto y eso a mí me ayuda mucho más. Así como también me he dado cuenta de que la escucha es fundamental”.

Y así es como la escritora y empresaria nos cuentan que le gusta escuchar podcast y, también, los audiolibros que les ayudan mucho para ‘leer’ aquellos libros que no tendrían tiempo para llevar a cabo su lectura. Tampoco escapen al debate de las redes sociales y su utilidad.

ASÍ SON CARMEN POSADAS Y ADRIANA DOMÍNGUEZ

Carmen considera que para escribir no hace falta ser extraordinariamente inteligente, tampoco extraordinariamente culto, pero sí debes tener tres cualidades: ser curioso, ser un gran lector para no pensar que estás descubriendo el Mediterráneo constantemente y sentir la pistola en la sien. Permanecer sentado hasta que se te ocurra algo.

Se considera devota de Dickens. Se marchó de Uruguay con 12 años. De su familia aprendió a tenerlo todo y también a perderlo. De su madre que las cosas tienen el valor que uno le quiera dar. Era una artista y lo disfrazaba todo. Llegó a ir a un baile con un vestido hecho con una cortina.

Pese a que reconoce que lleva toda la vida luchando contra la pereza es autora de más de una treintena de novelas, biografías, ensayos, libros infantiles y guiones. En 1998 de hecho, ganó el Premio Planeta. Cuando empezó a escribir tenía muchas manías, como hacerlo a mano con un rotulador negro. Ahora, comienza sus relatos donde la inspiración le coja. En los aviones, en los hoteles …

Se considera muy solitaria, incorrecta en sus columnas y postfeminista. Las opiniones ajenas le importan bastante poco. La cátedra y la calle en Rivas Vaciamadrid que llevan su nombre todavía le siguen impresionando.

Adriana comparte iniciales con su padre. Él convirtió una sastrería de un pueblo de Galicia en un imperio de la moda. Él se erigió en uno de los grandes diseñadores en España. Abanderó aquello de la “arruga es bella” que supuso una revolución. Hoy es ella quien está al frente de la compañía textil que ha tenido que superar numerosas dificultades: un devastador incendio, una complicada salida a Bolsa, un intento de OPA hostil o la crisis de 2008.

De su padre aprendió a ser tenaz y de su madre a ser curiosa. Esta joven a la que le gusta nadar en verano y caminar en invierno, un día quiso ser actriz en Nueva York. Rodó 5 películas. Estudió en Inglaterra, Suiza y Alemania. Habla 5 idiomas y uno de los mensajes que transmitió a los trabajadores cuando asumió la presidencia ejecutiva de la compañía fue: “Debemos cambiar para seguir siendo diferentes”.

Adriana es consciente de la necesidad de adaptarse a otra forma de vivir y de entender el mundo.

Carmen y Adriana, con los pies en el suelo, cierran los ojos y echan a volar su imaginación juntas.

DIÁLOGOS VERANO 2022

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