EN 'EL ESPEJO'

El párroco de Puente de Vallecas explica cómo es su relación con las personas más pobres

José Manuel Horcajo es párroco en San Ramón Nonato, en el madrileño barrio de Vallecas.

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Habblamos con José Manuel Horcajo de la Jornada Mundial de los Pobres

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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El próximo domingo se celebra la II Jornada Mundial de los Pobres, convocada por el Papa Francisco con el lema "Este pobre gritó y el Señor lo escuchó". José Manuel Horcajo, párroco de San Ramón Nonato, en el barrio madrileño de Vallecas, que ha puesto en marcha múltiples iniciativas para responder a las necesidades de los más pobres, ha explicado en El Espejo, que atendiendo a los más necesitados ha aprendido grandes lecciones.

"Los pobres piden mucho, pero también dan mucho -ha afirmado-. Son muy generosos. Yo he aprendido mucho de su cercanía, su paciencia, su humildad y su sencillez".

La respuesta de la Iglesia ante el clamor de los pobres es siempre la misma, la de curar las heridas del cuerpo y del alma. Esa unidad entre las necesidades materiales y las necesidades de acompañamiento se aprecia muy bien  en las iniciativas de la parroquia donde el párroco piensa que "en la Iglesia no puede haber dos puertas, la puerta normal en la que la gente va a misa y la puerta de atrás donde la gente va a pedir, como si estuvieran desconectadas; todos somos parte de una misma comundiad viva en la que todos participan". 

José Manuel Horcajo ha explicado que la clave para hablar de Dios sin que esto resulte forzado en un contexto en el que estás intentando solucionar una situación de desempleo por poner un ejemplo es atender a la persona en clave familiar: "Cuando atiendes las necesidades familiares, no solo las sociales, la persona entra en un proceso de formación y de crecimiento que de manera natural lleva a lo espiritual.

En la carta que el Papa Francisco ha escrito con ocasión de esta jornada el pontífice se refiere a la amistad como una de las grandes necesidades de las personas que sufren necesidad. En este sentido J. M. Horcajo cuenta que los voluntarios de la parroquia enseguida se dan cuenta de que no están detrás de una mesa para resolver cuestiones materiales y terminan experimentando un sentimiento de hermandad y de familia hacia las personas que atienden.

El sacerdote madrileño ha recordado una anécdota vivida recientemente en la parroquia. "No necesito una cama mejor. Necesito una familia y aquí la tengo", dijo el portavoz de una familia a la que ayuda la parroquia, ante la oferta de una asociación, de un alojamiento mejor que el que le ofrecía la parroquia.

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