Cristina L. Schlichting: “Las mujeres podemos respirar tranquilas. Echenique va a salvar el 8M”

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“¡Muy buenos días España en este fin de semana de buen tiempo, ya están florecidos los almendros y en las mimosas, hay que ver lo bonitos que están. Dicen que año de nieves, año de bienes, vamos a ver si se nota en las cosechas.

Nos quejamos de lo nuestro, y no nos falta razón, pero a veces hay que mirar un poco fuera para comprender que somos afortunados en el conjunto del mundo. Te voy a contar una historia de terror, de esas que uno no se cree en el cine, pero que la realidad nos sirve en muchos sitios. Jamal Khashoggi era un periodista de Arabia Saudí que aquí conocíamos poco, pero que hizo un carrerón en Oriente Medio y en los Estados Unidos. Se había formado en la Universidad norteamericana de Indiana y llegó a ser director general del canal de noticias Al Arab News Channel y columnista en el periódico Washington Post. En 2017, huyó de su país porque sus críticas al régimen autocrático le estaban trayendo problemas, en particular con el príncipe heredero, Mohamed Bin Salman. Entre otras cosas, Khashoggi había desvelado los detalles de la intervención saudí en Yemen, una guerra que ha causado muchos sufrimientos, también a los cristianos de la zona.

Un año después, el régimen saudí, que es aliado de los Estados Unidos pero que no se las gasta chiquitas, decidió eliminarlo. Había acudido al consulado saudí en Estambul, en Turquía, pensando que estaba seguro en suelo de un aliado occidental. Necesitaba los papeles para casarse con una ciudadana turca, Hatice Cengiz. Allí lo esperaba un escuadrón de sicarios y fue bárbaramente torturado y asesinado. Hay grabaciones de sus últimas palabras cuando lo estaban asfixiando con una bolsa en la cabeza. Después le cortaron el cuello y lo descuartizaron con una motosierra, para sacarlo de la legación sin despertar sospechas. Los periódicos turcos se hicieron con pruebas del bárbaro asesinato y las publicaron y la CIA, los servicios secretos norteamericanos, probó la conexión con Arabia Saudí. La ONU realizó una investigación y corroboró las conclusiones. A pesar de ello, los Estados Unidos no sancionaron al régimen, sino tan sólo a 17 personas relacionadas con el caso. Para tapar el asunto, Arabia Saudí hizo un juicio a funcionarios de segunda fila y condenó a muerte a varios de ellos. Y carpetazo.

Ahora, el presidente Biden ha desclasificado la información del crimen de Jamal Khashoggi. Básicamente se confirma lo que ya sabíamos pero, en esta mañana de primavera, yo quisiera recordar que este hombre, este periodista de 59 años, murió por la libertad de expresión, de una manera bárbara. Durante años Arabia Saudí ha bombardeado Yemen causando un daño terrible a la población del bellísimo país. Está tan lejos y nos pilla tan a trasmano que apenas le hemos prestado atención al conflicto, pero Jamal Khashoggi contó los detalles y las conexiones y afeó nuestro comportamiento como aliados de aquel régimen injusto. El rostro redondo de aquel colega de 59 años nos recuerda en las fotos a un hombre que desempeñó noblemente su profesión. Descanse en paz.

Y hoy es el día en que hemos sabido también que en Nigeria ha vuelto a actuar el terrorismo integrista. Hombres armados irrumpieron en la madrugada del viernes en un instituto femenino en el noroeste del país y se han llevado a 317 jóvenes, probablemente para lo de siempre, convertirlas en esclavas sexuales de los soldados. Conviene recordar el sufrimiento de tantas familias que siguen penando por el fanatismo de quienes quieren resolver los problemas prometiendo el paraíso en la tierra.

LA CULPA DEL PARTIDO POPULAR

A la luz de estas dos noticias, hablar de las novedades políticas en España adquiere otra dimensión. La parte buena es la bajada de las cifras de contagio del coronavirus y la nueva vacuna de Jonhson, la menos buena es que no hay acuerdo para la renovación del máximo órgano de gobierno de los jueces, el CGPJ. Podemos ha hecho saltar los puentes entre el PSOE y el PP al poner sobre la mesa nombres de dos candidatos extremos. En otras palabras, Pedro Sánchez ha vuelto a parapetarse en su socio para dejar claro que es el partido Popular el culpable de la falta de acuerdos.

Es una bonita forma de decir : ”Qué flexible soy, seguid votándome a mí, que estoy en el centro social, yo soy la moderación”.

Bueno, pues la moderación tiene un rostro muy severo. Ya sabéis que el Rey Don Juan Carlos ha vuelto a hacer un pago a Hacienda, esta vez de más de cuatro millones y medio de euros. Es una forma del viejo monarca de decir, me gustaría volver a España y enmendar las cosas. Es el segundo pago que hace, ya en diciembre pagó más de 600.000 euros. En cuarenta años de servicio a nuestro país es imposible no encontrar tachaduras y borrones. Recordemos la patética vida de otros mandatarios extranjeros que no por ello fueron apeados del monumento a los ciudadanos ilustres. Giscard d'Estaing, por ejemplo, fue un bígamo notorio, con dos familias institucionalizadas, pero los franceses no abominan por eso de sus logros. Ahora el Rey emérito se esfuerza por enmendar una conducta reprobable y lo único que cosecha por parte del presidente del Gobierno es un comentario displicente en el que afirma que rechaza sus “conductas incívicas” y lo distingue de su hijo.

No sé, me parece que un gobernante responsable habría saludado positivamente el gesto del antiguo Monarca y subrayado que, pagando sus deudas, Don Juan Carlos se pone en lo económico a la altura de sus logros históricos, entre ellos parar el golpe del 23 F. Lo tenía bien a mano, por el bien del país. La mezquindad de Pedro Sánchez es propia de quien ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Supongo que el mismo rechazo que experimentamos por su tesis doctoral subrogada o sus mentiras sobre el consejo de sabios en la covid o las cifras de los muertos. Ay. Es difícil gobernar en un país partido por la mitad, pero mucho más si se juzga a otros con parámetros tan distintos de los que se elige para uno mismo.

Cuando un anciano que ha trabajado por España durante una vida, que ha hecho posible la salida de la dictadura y ha metido el frenazo a una asonada militar, pide un poco de clemencia, él levanta una ceja y manifiesta repugnancia. En fin.

"DOY LAS GRACIAS A PABLO ECHENIQUE"

Cierro esta parte dando las gracias a Pablo Echenique. No podemos dar un abrazo a la familia de los amigos muertos por la covid ni hacer una cena de hermanos en casa de nuestros padres, pero él va a salvar las manifestaciones del 8 de marzo. “Si las hay, dice, acudiremos”.

Tengo un gran alivio. Menos mal que Echenique va a acudir a defendernos a las mujeres. Esto es importante, en este año de covid, en que custodiamos a nuestras familias y estamos preocupadas por la economía, creo que las mujeres podemos respirar tranquilas”.

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Cristina L. Schlichting, sobre el 8M: Las manifestaciones constituyen un peligro para la salud

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