Schlichting: "Don Felipe no dudó en ponerse a sí mismo la más alta de las exigencias"

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¡Muy buenos días, España! Feliz Navidad desde los estudios centrales de la Cadena COPE y desde tu programa de siempre, 'Fin de Semana'. Te saluda Cristina, en nombre de todo este equipo que, también en este día especial, trabaja para ti.

Qué mañana tan especial. En el silencio de la madrugada me he abierto paso entre los restos del pavo y las sillas del salón, apiladas de cualquier manera. El árbol brillaba en la oscuridad como en mitad de una batalla campal. Fue una noche distinta ayer, que comenzó con test de antígenos para todos y que transcurrió con las ventanas abiertas y las mascarillas por todas partes. Mis hijos y mis sobrinos con ropa gruesa, con jerseys en casa para la corriente. Todo se ha quedado manga por hombro y he salido sorteando envoltorios tirados por los suelos y muebles arrimados a las paredes. En el semáforo he mirado al conductor del autobús municipal. Era una hombre a punto de jubilarse, con cara de cansado, apoyado con la cabeza en el cristal. De tal manera se sabía al dedillo la ruta que ha arrancado justo justo un segundo antes de que el verde destellase, perfectamente sincronizado. ¿Cómo se sabrá ese hombre el trabajo de cada día, los minutos de las ocho horas diarias?

Luego he bajado a la M30 y había coches, oye, tan pronto, en Madrid siempre hay coches. Un accidente de un vehículo pequeño, en el carril derecho, movilizaba al empleados de la grúa, con trajes verdes. También ellos de guardia en esta Navidad. En O'Donnell había un anuncio de perfume en la marquesina. Luego, otro de un musical. Y otro del refresco de siempre. Olores, sonidos, sabores. Los árboles del Retiro aún conservan algunas hojas amarillas. A partir de ahora caerán todas, con los vientos gélidos de enero. Todo está donde siempre. Las cabezadas del conductor, los automóviles, los carteles. Y, sin embargo, es Navidad.

Una tiene un profundo deseo. Y ni siquiera sabe de qué.

Deseo de que las cosas sean nuevas. De que la pátina gris que le damos a las cosas se descorra. De que esta mirada de madrugada nueva tiña todo cuanto acontezca. De manera que el mundo se muestre como el primer día, del primer año, del primer hombre. Ese homínido que se puso de pie y contempló en silencio el sol que salía por el horizonte.

Deseo, esa es la cuestión. Ni siquiera sabemos de qué. Un deseo sin nombre, enorme, inquebrantable, indeleble. Marcado en lo profundo del corazón. Imposible de borrar. No nos entendemos a nosotros mismos porque anhelamos, anhelamos incesantemente. Aunque no sepamos el nombre de lo que buscamos con fiereza. Eso es ser hombre, el deseo. Siempre el deseo. Qué belleza estar hechos así, con una autopista en el pecho. Feliz Navidad.

MENSAJE DEL REY

Y en esta especialísima mañana, en la que los más madrugadores recogéis cocinas o tomáis café en silencio, me gustaría dar nombre y espacio a todos los que lo necesitan, empezando por los amigos de La Palma.

Esto es un Rey. Una palabra. De todos para todos. Una forma útil de expresarse unívocamente, sin necesidad de buscar la disensión. Don Felipe fue la forma de expresar ayer los sufrimientos del volcán y del covid, la esperanza de las vacunas y las dificultades de la recuperación económica. Nos animó a tirar para adelante y no dudó en ponerse a sí mismo la más alta de las exigencias.

Don Felipe nos animó a tirar para adelante y no dudó en ponerse a sí mismo la más alta de las exigencias

Es difícil no conmoverse por este hombre que se juzga a sí mismo tan severamente y que insinúa así que no está contento con los errores de su padre. Es difícil sacarle una pega a uno que trabaja día y noche en silencio y que se ha convertido en el símbolo vivo de defensa de la Constitución.

Un monarca que, como los de Inglaterra u Holanda, los de Bélgica o Suecia, apuesta por Europa.

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Felipe VI estaba en una silla, solo en mitad de una sala adornada con un Belén, un árbol de navidad y dos grandes pinturas de españoles contemporáneos. Algunas fotos escogidas mostraban una imagen de futuro, el de la Infanta y la princesa de Asturias plantando árboles en el valisoso Hayedo de Montejo en el Día del Medio Ambiente.

Tras el mensaje del Rey, con el himno de fondo, se mostraron las preocupaciones de todos, en fotos de actos de los Reyes, el deporte, la solidaridad, el aarte, el dolor de las v´ctimas, la cultura, el papel de los Ejércitos. Es difícil, repito, emitir un mensaje en nombre todos, impulsar a un país sin dividir, representar a unos y otros y lanzarnos juntos al futuro. Pues eso mismo hizo anoche el Rey. Así de simple. Así de práctico. Algo sencillo que sencillamente funciona.

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Con Carlos Herrera

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