Ángel Martín revela cuál fue el primer pensamiento que tuvo al salir del hospital: "El peor momento"
El cómico y escritor ha pasado por 'Fin de Semana' para presentar su libro 'Detrás del ruido' y ha contado cómo se siente seis años después de su brote psicótico
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Seguro que alguna vez lo has escuchado, a veces a un volumen más bajo, y otras tantas con mucha intensidad. Te inquieta, es amenazante y llega incluso a asustarte y, si toma las riendas de tu vida, puedes llegar a temer por todo lo que tienes. Te hablamos del ruido, pero no el que escuchas en cualquier situación cotidiana, sino del ruido de tu cabeza.
De esas voces que pueden llegar a ser fuertes y contundentes y que, muchas veces, se escuchan por encima de la realidad. Han pasado seis años, casi siete, desde que Ángel Martín ingresara en un hospital después de que sufriera un brote psicótico. Un brote que le hacía creer que podía hablar con perros o que llegó a negociar con la muerte que ella fuera opcional.
Tras dos semanas, salió, y el mundo era mucho más distinto de lo que pensaba cuando entró. Eso sí, se centró en que esas voces nunca volvieran a tomar el control de su vida, que todo quedase, detrás del ruido. Así se llama su nuevo libro, por cierto.
Ángel Martín ha pasado por Fin de Semana, y contaba que, lo que pensó nada más salir del hospital, fue que vivir se había acabado. "Empiezas dando por sentado que se acabó vivir, que te vas a quedar en un rincón, no vales para nada y te toca esperar. Te das cuenta de que lo único que te va a hacer remontar y salir de ahí es que te tomes a vida o muerte remontar, es la única prioridad, a veces esperamos que alguien venga y nos dé una receta para que estés bien y no sucede, tienes que empezar a tomar decisiones muy drásticas" aseguraba.
La dureza que encontró al salir del hospital
Priorizar tu bienestar, que tú estés bien y sin preocuparte de nada más era lo que ponía por delante Ángel Martín al salir del hospital, porque lo que había que hacer era eliminar "aquello que no te aporte, no prestar atención a aquello que no te genere buena vibra y dejar de preocuparte de aquellas cosas que no te hacen sentir como te hacían sentir antes".
Porque sí, admite que aquello que veía y sentía durante su brote psicótico era altamente más emocionante. Algo que ya quedó en el olvido al salir del hospital, que, para él, fue el momento más duro con diferencia.
"Salir del hospital es que estás controlable, no que estés bien. Cuando es una cosa de fracturas, te dan el alta porque andas solo, pero con la cabeza solo es que no tienes ideas delirantes, y ya está. De cara a la gente que te acompaña creen que estás bien, pero es el peor momento del mundo, porque todo lo que se había construido en tu cabeza no existe, nada de eso es real, y sales en el peor estado y sin entender nada, y roto y con la sensación de que no vas a remontar jamás" explicaba.
Porque remontar, estar bien y salir del hoyo, no es tan bonito como parece. "Cuando te rompes hay un evento que te rompe en dos y es muy evidente, pero el proceso de estar bien es tan lento, durante él estás tan dinamitándote a ti mismo y convenciéndote de que no vas a estar bien, no te das cuenta de que estás bien, tienes que prestar atención a pistas que son evidentes".
En su caso, pensó que nunca volvería a escribir comedia y que nadie se reiría con él, pero, cuando se puso delante de su audiencia, las pistas de sus risas, le convencieron de que él no estaba tan acabado como creía.
La importancia de la compañía, detrás del ruido
Admite tranquilamente, y con una sonrisa en la voz, que ahora no hay ruido en su cabeza, pero todo ha surgido a partir de un proceso por sentirse lo mejor posible y ser, sobre todo, honesto con él mismo.
"Me gusto más ahora, pero cualquiera que empiece a ser coherente con él mismo" decía. A él le ha salvado tomarse como un ultimátum la vida, y también, tener a personas que le ayudan en su día a día. Eso sí, cuando se estaba recomponiendo, no podía ni pararse a preocuparse por cómo se estaban sintiendo ellos.
"Llega un momento que olvidamos que el que está mal es el que está roto, no el que le acompaña. Tienes que priorizar lo tuyo, nunca me ha importado" expresaba.
Ante eso, pide a las personas que acompañan a aquellos que sufren, que sean pacientes, que se den el tiempo de escucharles y que les ayuden en un segundo plano.
Ahora, afortunadamente, se siente "más fuerte" y dónde tiene que poner sus prioridades.