Durante años, sin apoyo legal y con mucho miedo: la okupación llega a las viviendas para discapacitados

En 'Fin de Semana' de COPE conocemos los testimonios de dos personas a las que okuparon su piso y que finalmente perdieron esa batalla

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Durante años, sin apoyo legal y con mucho miedo: la okupación llega a las viviendas para discapacitados

Ana Rumí

Publicado el - Actualizado

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Ni la lluvia ni el granizo impidieron que cientos de manifestantes se concentraran en la plaza Bonanova de Barcelona en protesta por los edificios ocupados El Kubo y La Rüina, en medio de un amplio despliegue policial para evitar que se confronten con manifestantes de signo contrario.

Es un escenario bastante complicado y se ha convertido en uno de los principales problemas de España, especialmente después de que la nueva Ley de Vivienda de Sánchez redoble la protección de las personas que se meten en casas ajenas. A eso hay que sumarle que se obliga que los lanzamientos tengan hora y fechas públicas y se prolonga hasta un plazo de dos años el desalojo.

Ojo, porque corresponde al propietario demostrar que el okupa no tiene motivos económicos para okupar tu casa, en otras palabras, una desfachatez. Es tal, de hecho, que llegan a disputar la vivienda a las personas discapacitadas. En Fin de Semana hablamos con María Teresa Oñate, que preside la Amai TLP, dedicada a las personas con trastorno límite de la personalidad.

Un piso recibido por las autoridades

Fueron las autoridades quienes les habían dado las autoridades previo pago, para esas personas que necesitaban aprender a ser autónomos. Ahí le dieron un piso "espléndido que gracias a la generosidad de muchos padres pudimos decorar", apuntaba.

Era un piso en el que vivían cuatro personas que llegaban del hospital para empezar a funcionar en su vida normal. Entonces, en verano se fueron de vacaciones, dejando el piso vacío. En septiembre, ella y otros miembros de la asociación llegaron para limpiarlo y acondicionarlo , se dieron cuenta de que la cerradura la habían cambiado, y habitaban personas con unos perros enormes.

"Les comenté que el piso era de unas personas, que necesitaban el piso para curarse y me contestó una señora que ese era su piso y que no se iba a ir. Que a mí todo me tenía que importar nada, que me tenía que aguantar" explicaba Teresa. Tras no atender a razones, se sintió asustada por los portazos de la mujer y por los perros.

"Me dijeron que me podían agredir, fui a comisaría a denunciarlo y la Policía me dijo que estaba de acuerdo conmigo pero que no podía hacer absolutamente nada" contaba angustiada. Avisó de que cortaría la luz y el agua, pero la policía le dijo que, si hacía eso, el juez les daría la razón a los okupas.

Finalmente, esta batalla la ganaron los okupas, porque nunca pudo recuperar el piso.

No es el único caso de okupación en el que hemos querido centrarnos aquí en Fin de Semana, porque también hemos conocido la historia de Pablo Serrano, quien tenía un piso en Cádiz en el que no vivía de forma habitual, y en el que, a punto de hacer una reforma, se encontró con okupas en el piso.

"No pueden meterse ahí e impedir que se haga ala obra, y me dijeron que si denunciaba, podría estar dos años y no tenía nada que hacer. Llamé a un detective y aquello era descorazonador" explicaba angustiado.

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