“Saber que no somos eternos es un motor en la vida"

María Martinón-Torres, doctora europea en Medicina y Cirugía, estudia al hombre primitivo y nos revela las claves de nuestro futuro

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“Los abuelos y vivir tantos años son un privilegio de nuestra especie, un apoyo fundamental para los padres”

Cristina L. Schlichting Miguel Soria

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Es un hecho que, desde que llegamos a este mundo, estamos expuestos a multitud de amenazas en forma de virus. No los vemos pero ahí están, por eso es tan importante que los padres nos vacunen rápidamente de lo esencial y vivamos con la máxima normalidad posible para que el cuerpo adquiera inmunidad.

Eso nos lleva a una reflexión: el hombre está expuesto a dos fenómenos insalvables como son envejecer y enfermar. Hemos evolucionado muchísimo desde los primeros homínidos, nuestros cuerpos aguantan mucho más el desgaste y vivimos más que nunca, y a pesar de ello seguimos enfermando. ¿Por qué? ‘Homo imperfectus’ (Ed. Destino) se plantea esta cuestión amén de otras muchas relacionadas con la salud y la evolución. Está escrito por María Martinón-Torres, doctora europea en Medicina y Cirugía, directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana y es la primera española en recibir la Medalla Rivers Memorial del Royal Anthropological Institute de Gran Bretaña e Irlanda, y lo ha presentado en Fin de Semana con Cristina, donde ha asegurado que “los paleoantropólogos parece que miran al pasado y los muertos pero en realidad el interés en el ser humano es el presente, indagar y aprovechar cualquier posible pista”.

La evolución no ha eliminado la enfermedad, tantos años en este planeta y nos seguimos poniendo enfermos, ¿eso puede llevarnos a decir que la evolución es “una chapuza”? “Sí, pero no es así”, explica la autora, “es lo más sencillo de pensar, parece que no hay nadie que no haya estado enfermo nunca y que no funciona, pero en realidad lo que vemos es que algunas de estas enfermedades son consecuencia de que la evolución sí funciona y ha favorecido algunas características que eran importantes, como vivir más años, aunque tiene sus contraindicaciones: enfermedades que aparecen porque vivimos más”.

Quizás es un poco metafísico pero resulta que hay sentido al saber que estamos viviendo: “De primeras parece que es una maldición saber que moriremos pero en realidad es parte de un cerebro muy desarrollado que comprende la vida, cómo funciona, lo que les pasa a los demás y que la muerte es parte inevitable. Saber que no somos eternos es el motor de muchas de las grandes acciones del ser humano, la de saber que no siempre estaremos aquí y pretender ser inmortales en otras facetas de la vida a través del arte y de nuestras obras, incluso tener un rincón en el corazón de los demás, participar de algo que merezca la pena”.

Otro aspecto que llama la atención es la afirmación de que los abuelos son un “invento de la evolución”: “Nuestra tercera edad es muchísimo más larga que la de cualquier otro primate. Uno de los grandes éxitos con los que la selección natural ha garantizado que podamos sobrevivir, vivimos mucho más que cualquier otra especie. Es una estrategia que ocurre en nuestra especie y pocas más, un privilegio. Larga vida a los abuelos y gracias a ellos”.

Martiñón-Torres también se moja en un tema en el que muchos científicos ponen mucho empeño: la vida eterna. “No quiero ser la aguafiestas pero me temo que no”, zanja, “la muerte es parte natural de la vida, pero sí que estamos mejorando en atenuar el envejecimiento, tendemos a vivir más años jóvenes, a alargar la juventud y ese bienestar, pero la vida tiene unos límites aunque los vayamos superando, véase la persona que vive 120 años, pero la inmortalidad hoy por hoy no a excepción de ser recordado”.

María por supuesto aborda el virus de la década y explica qué hemos aprendido de una enfermedad que nos ha golpeado tan salvajemente como es la covid19: “Las grandes enfermedades y estos virus son, de alguna manera, consecuencia de la civilización, un poco el precio a pagar por el éxito de una especie que se ha vuelto muy numerosa y somos el vehículo perfecto para que un patógeno nos escoja y se propague”.

“No es país para niños”, y la razón es sencilla según detalla: “El índice de fertilidad ha caído mucho en las últimas décadas. Según un estudio realizado en 2017 por el Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud de la Universidad de Washington, en 1950 las mujeres tenían una media de 4,7 niños. En 2100 esa cifra podría bajar a 1,7. Los cambios en las pautas reproductivas de las poblaciones humanas y las sociedades a lo largo del tiempo podrían tener un efecto en el desarrollo de tumores en los tejidos del sistema reproductivo, al haber creado un ambiente hormonal nuevo para el cuerpo de la mujer”.

Para terminar, María comenta una frase suya que puede doler a los vegetarianos y personas que sigan dietas similares que eviten la carne: “Comer carne, querido lector, nos hizo libres”, ¿un misil en la línea de flotación a los que eligen libremente no comerla? “No exactamente, hay que diferenciar. Evolutivamente la posibilidad de comer carne nos abrió muchas puertas, éramos una especie distinta, la comida se movía y nosotros con ella, nuestro menú se amplía y se relaciona la capacidad de comer carne a la salida de África, se diversifican los alimentos que podemos tomar. Podemos elegir no tomarla por la razón que sea pero la carne ha sido fundamental en nuestro metabolismo como homínido. Somos omnívoros y en nuestra dieta está la carne, es verdad que la tecnología ha evolucionado y está la carne artificial. Si esos avances hacen posible recibir ese aporte proteico por otras vías, adelante, es más complicado pero si alguien consigue, de alguna manera, suplir todas las necesidades fisiológicas de su organismo, pues adelante, pero las necesidades siguen siendo las de un ser omnívoro”.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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