'Crónicas perplejas': "Con el tiempo he aprendido que con hermanos hay cosas que es mejor no hablar"
Habla Antonio Agredano de hermanos
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Yo pienso en trabajar con hermanos y pienso en los Noel y Liam Gallagher tocando con Oasis. O pienso en Santino, Michael y Fredo en El Padrino. O los hermanos Dassler, que acabaron peleadísimos y montando Adidas y Puma, cada uno por su lado. Aunque a ninguno le fue mal. O Terelu Campos y Carmen Borrego. Tampoco hay que irse tan lejos.
Aunque luego veo en Córdoba, no sé, a Ángel y Carmen, hermanos, trabajando con tanto primor en su Taberna y pienso: esta mazamorra sólo puede ser el resultado de una familia muy bien avenida. El éxito no siempre es capaz de romper la armonía. A veces, que las cosas vayan bien, une y no separa.
Con el tiempo he aprendido que con hermanos hay cosas que es mejor no hablar. O, al menos, no tomarse en serio. El dinero es una de ellas. He visto a hermanos arrancarse un cheque de las manos tras la venta del piso de sus padres. He visto a hermanos que han dejado de hablarse por dineros prestados y mal devueltos. He visto a hermanas que han roto su pasión de años por envidias ridículas y recelos.
Creemos, con cierta ingenuidad, que la familia es un vínculo irrompible. Que la sangre lo puede todo. Pero, como toda casa, la familia también hay que mantenerla. Cuidarla. Evitarle terremotos. Repararla, con mucho cariño, de vez en cuando. Y no exigirle, y no apretar demasiado, porque siempre hay riesgo de derrumbe.
A un hermano hay que darle más de lo que le pedimos. El equilibrio siempre es querer sin condiciones, sin matices y sin intereses. La familia es una huchita donde uno echa lo que tiene sin tener nunca la tentación de romperla para llevarse su parte.
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