'Crónicas perplejas': “Cuando salga 'The End' en nuestra pantalla que la gente diga 'vaya historia la suya'"
Habla Antonio Agredano de aquellos que han participado en el rodaje de alguna película o serie de televisión
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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".
Siempre quise ser el niño que hacía de Kevin Arnold en 'Aquellos maravillosos años'. También yo amaba a esa niña perfecta llamada Winnie Cooper. Quería tener taquilla en el colegio, calles vacías para jugar al béisbol y escuchar los vinilos de mi hermano mayor.
Pero luego acababa el capítulo y la realidad caía sobre mí con estruendo. Volvía a mi piso en Córdoba, en Parque Figueroa. Con campurrianas y leche COVAP en la mesa y no aquella tarta de frambuesa que hacía la madre de Kevin. Volvía a las tareas de matemáticas, a las diabluras de mi hermana pequeña, a mis rutinas infantiles.
Pero durante aquellos minutos, durante aquellos minutos maravillosos, frente al viejo televisor, yo tenía otra vida, otros amigos y otras canciones. El cine, las series, las novelas… tienen esa capacidad: la de suspender la realidad. Llevarnos a sitios donde nunca habíamos estado y sentir cosas con las que jamás habíamos soñado.
Por eso, ya de niño, no me conformé con ver la vida de Kevin con envidia. No tenía suficiente con ser un espectador. Tuve claro desde crío que yo quería una vida con aquella intensidad. Una vida llena de amores irremediables, de decisiones importantes, de vértigo. Siempre quise madurar a trompicones. Equivocarme. No conformarme. Elegir siempre el camino más largo.
Cuántos de nosotros hemos decidido ser los protagonistas de nuestras propias historias. Cuánto riesgo en nuestros retos, cuánto miedo vencido, cuántos viajes de ida sin vuelta. Improvisando el guion. Actuando a oscuras y sin público.
Para cuando, algún día lejano, salga el The End en nuestra pantalla, quiero que la gente suspire profundamente y diga: vaya historia la suya. Porque así, y no de otra forma, es como acaban las buenas películas y las mejores vidas.
Las 'Crónicas perplejas' de la semana de Antonio Agredano
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