‘Crónicas perplejas’: “Echo de menos sitios en los que jamás estuve y soy un extraño en los de cada día"

Habla Antonio Agredano de los viajes, el placer de viajar y lo que se descubre en cada lugar

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‘Crónicas perplejas’: “Echo de menos sitios en los que jamás estuve y soy un extraño en los de cada día"

Antonio Agredano

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En esta nueva sección veraniega de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente.

Así nos lo cuenta Agredano:

Sólo por la belleza de regresar, ya merece la pena irse. No hablo exactamente de fronteras. Ni de aeropuertos. Ni de pisos con moqueta. Para irse no hace falta señalar destinos lejanos. A veces basta con bajar a la calle, respirar hondo, y decidir de una vez por todas, qué es lo queremos dejar atrás. La vida es movimiento. También renuncia. No todas las equis en el mapa indican un tesoro.

Echo de menos sitios en los que jamás estuve y soy un extraño en lugares que piso cada día. Es parte de lo que somos esta eterna y sutil incomodidad. Por eso entiendo tanto a los que, alados por la curiosidad o las oportunidades o el amor, se lanzan a otros lugares. Lo dejan todo. Hacen sus cuentas. Y ya allí, a donde quiera que se hayan ido, bajan a comprar el pan un día, como exploradores modernos, abriéndose paso entre selvas cementadas y edificios horribles. Conquistando sus nuevas rutinas.

Yo nunca tuve valor para lo grande, pero sí para lo pequeño. A veces los viajes más largos son los que emprendemos desde el corazón hacia dentro. No he vivido en otros países, pero he pasado ya por un puñadito de ciudades y en todas quise, para siempre, formar un hogar. Qué ingenuo. He tardado cuarenta y dos años en descubrir que el hogar viaja con nosotros. Que el hogar no es un lugar, sino una forma de entender el mundo, un ramillete de afectos; una felicidad que cuatro paredes no podrían contener. Que dan igual las casas, que el hogar es el tacto de los que la habitan.

Escribió Lin Yutang: “Un buen viajero es aquel que no sabe a dónde va. El viajero perfecto ni siquiera sabe de dónde viene”. Nos hemos sentido tantas veces como un turista perdido. Mirando un plano con urgencia. Alzando la vista hacia los edificios. Intentando orientarse en vano. Se parece tanto nuestra vida a ese viajero desconcertado, que quiere ir a su hotel, pero lleva horas caminando en sentido contrario

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