‘Crónicas perplejas’: "Es más peligroso un banquero que un tatuador"

Habla Antonio Agredano de los tatuajes

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Lo que piensa Antonio Agredano de los tatuajes en sus 'Crónicas perplejas' en 'Herrera en COPE'

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus ‘Crónicas Perplejas’.

Cada vez que mi madre me ve los tatuajes me dice: “Cómo te has podido hacer eso, te vas a arrepentir, que eso es para toda la vida”. Sin embargo, cuando firmé la hipoteca, se alegró la mujer. Que cuando acabe de pagarla tendré, si llego, setenta años. Es más peligroso un banquero que un tatuador, ya os lo digo. Y ambos nos dejan su labor para toda la vida.

Me gustan los tatuajes. Tengo muchos. Y más que me voy a hacer. Cada uno de ellos significó algo. Aunque ese algo se haya diluido con el tiempo. Los veo como capítulos de una novela incompleta. Y claro que me hice tatuajes por amor. Y claro que alguna vez me he encontrado a alguna de esas mujeres paseando con su marido y sus hijos y me han dicho adiós así con la vista sin pararse si quiera. Y, sin embargo, tengo un dibujo en tinta de lo que tuvimos. De aquello que fue todo, aunque desembocara en nada. Y ni de eso me arrepiento. Porque arrepentirse es una gimnasia que me agota.

En Málaga vi a un hombre con un tatuaje a todo lo que daba su espalda. Ponía ‘Juaquín’, así con u. Ni ese me pareció feo. Las letras chinas en el cuello, adelante con ellas. Aunque no signifiquen ‘fuerza’ sino ‘bambú con setas’. Todos esos que tienen tribales maorís, aunque sean de Majaneque y trabajen en Glovo. Perfecto. Las calaveras mexicanas en el muslo, aunque lo más cerca que hayan estado de México es almorzando en la taquería El Azteca en Ciudad Jardín, pues perfecto. Lo mismo en China hay gente que tiene tatuada la palabra ‘salmorejo’ en el cuello. Vete tú a saber. Da igual.

Vivir no es fácil, por eso los tatuajes duelen. Como el recuerdo que son de nuestro camino.

La piel habla también. Hay gente que se perfila la barba, hay gente que se tiñe de rubio siendo más morenas que Vaiana y yo me pintarrajeo el cuerpo con poemas, palabras o dibujos que me explican, de alguna manera. Como una nota a pie de página de mi propia existencia.

Ya sé que cuando sea mayor toda esta tinta se habrá deformado, ya sé que mi piel se caerá y los tatuajes parecerán derretidos. Pero quizá mire atrás y no lo haga con pesar ni con arrepentimiento. Quizá cada trazo me arrastre a un recuerdo, a la ilusión de viejos amores o al coraje para salir de los malos momentos. Vivir no es fácil, por eso los tatuajes duelen. Como el recuerdo que son de nuestro camino.

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