Luis del Val: "El problema del millón de familias con todos en paro no se soluciona mirando hacia atrás"
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El pasado miércoles estuve en el siglo XXI escuchando a Francec Carreras, Francisco Vázquez, el inolvidable alcalde de La Coruña, y al escritor Andrés Trapiello. Los tres coinciden en que la Ley de la Memoria Histórica es un intento contra la Ley de Amnistía, que reconcilió a los españoles y nos llevó a la Constitución más larga -hasta ahora- de la triste y sobresaltada Historia de España.
Contaba Paco Vázquez con tristeza que, en algunas aldeas gallegas ya se empiezan a escuchar comentarios que parecían de hace más de sesenta años, y en algunas casas, un muchacho puede escuchar que un familiar le diga eso tan terrible de “el abuelo de ese chico con el que sales tanto fue el que mató a tú abuelo“. No estamos hablando de Madrid o de Manhattan, sino un a aldea donde todos se ven a todas horas, excepto las de sueño.
Y narraba Trapiello una anécdota de cuando estuvieron a punto de dedicar calles de Madrid a unas personas que, efectivamente, habían sido fusiladas cuando entraron las tropas de Franco, pero existían documentos que acreditaba que esas personas habían torturado y habían matado a otras mientras Madrid estaba en manos de la República. Y se frustró el proyecto de honrar a asesinos que luego fueron asesinados.
Ayer, cuando vi a a Pedro Sánchez acercarse al cementerio de La Almudena, en visita a las 13 rosas, esas chicas que fueron fusiladas por pensar de manera diferente, esbocé una sonrisa que se me escapa, cuando pienso maliciosamente, y es que, estoy seguro de que hasta que no se lo contaron, Pedro Sánchez nunca tuvo idea de quieres eran las 13 rosas, y de que esta visita sería la primera y la última, a no ser que dentro de unos meses vayamos otra vez a unas nuevas elecciones. También me acordé que nadie tendrá un recuerdo para Pedro Muñoz Seca y los diez frailes agustinos y los 17 hermanos de San Juan de Dios, 28 en total, que iban en la camioneta camino de la muerte. No eran rosas, no, pero eran seres humanos que no le había hecho daño a nadie, aunque pensaran de manera diferente a la de los asesinos que les matarían en Paracuellos.
Tengo mi infancia repleta de narraciones, de delaciones, de admirables valentías para esconder a alguien, cuando eso suponía morir fusilado. La ley de Amnistía selló una etapa para no tener que mirar hacia atrás y mirar hacia adelante. Dice Paco Vázquez que hay presentada en el Congreso por el PSOE una reforma de la la Ley de la Memoria Histórica, donde de habla de una Comisión de la Verdad, que dictaminará lo que es cierto y lo que es falso. Un Comisario que sentenciará lo que se puede y lo que no se puede decir. ¿Puedo decir, hoy, que hay un millón de personas en España que viven en familias donde todos, todos, están en el paro? No creo que eso se pueda solucionar con la mirada puesta hacia atrás, porque la sal es útil cuando hay comida, pero la sal sectaria sólo deja el sabor amargo de una melancolía inútil que impide regar el presente, porque regar con lágrimas saladas es impedir que aparezca ningún brote verde.