Va en familia a ver al Sevilla y, al acabar el partido, su padre le deja con la boca abierta por este detalle: "Es muchísimo"
María José Navarro nos presenta, en su 'Historia del Día', a este pequeño y el resto de su familia. Vivieron un partido de fútbol muy especial
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El sábado había un niño en Getafe nerviosísimo. Se llama Héctor, tiene 5 años y es del Sevilla. Pero muy del Sevilla. Se fue con su padre, con su madre y con su hermanillo chico a ver a su equipo que jugaba contra los azulones. La cosa no dio para mucho porque no hubo goles, cero cero al final, pero a Héctor eso no le importaba.
Porque, sin decirle nada, lo llevaron a la salida de los jugadores hacia el autobús. Y ahí, pudo conocer a su ídolo, Nemanja Gudelj, el centrocampista serbio, que como todos los serbios dominan los idiomas al toque y habla ya con un acento de Sevilla espectacular.
Bravo por Gudelj que estuvo súper amoroso con Héctor. Y hasta ahí podría haber sido esta historia. Un niño que conoce a su ídolo futbolístico y santas pascuas y al que lleva su padre a cumplir su sueño. Pero no.
Héctor padece un trastorno del neurodesarrollo. Y eso le provoca algunas dificultades, incluso para conectar con otras personas, incluidos sus padres y familiares. Así que Alan, el padre de Héctor, ha encontrado en el fútbol el instrumento para vincularse con su crío.
Así que no se trata de ir al fútbol. No se trata de eso únicamente. Se trata de encontrar un camino común, un punto de equilibrio, una ilusión compartida entre Alan y Héctor y eso es muchísimo.
Lo saben los padres de los niños con autismo, saben de la dificultad de llegar dentro de sus hijos. Y si es el fútbol, pues bienvenido.
Con mi papá de la mano, que diría Sabina.
Un niño se pelea con su madre, amenaza con irse de casa, y la decisión que toma ella les obliga a grabar un vídeo: "De pronto"
Los niños protagonizan historias siempre especialmente puras... por su inocencia. En otra 'historia del día', descubrimos lo que le ocurría a un pequeño al discutir con su madre.
Belén Canalejo, tiene un negocio de papelería chulísimo y tiene, además, 4 hijos. El pequeño se llama Max y les ha salido del Atleti. Max tuvo un momento de calentón el otro día y dijo en voz alta que quería otra madre distinta. Así que Belén se puso manos a la obra.
Belén convenció a Max de que había una web que buscaba madres nuevas para los niños que quisieran dar un cambio a su vida y le propuso hacer un video. Que si hay que llevarle más a jugar al fútbol porque no marca goles, que si es muy bueno porque no le gustan los videojuegos, que si se despierta tarde y te deja descansar…
Belén seguía muy seria, contando las “virtudes” de Max con algún embuste gordo y le tocó el turno al crío. Dijo estar muy contento con el cambio de mamá, pero que ese cambio debía producirse en treinta años.
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En treinta años. Y es que a Max de pronto le dio vértigo. Y lo que eran risas se tornaron en dos lagrimones como dos kiwis cuando su madre hizo la despedida para decir que le iba a dar mucha pena que dejara de ser su niño porque le quería un montón.
Max acabó como un monito, agarrado a Belén y moqueando. Cuántas veces dijimos de pequeños, o de adolescentes, ojalá y tuviera otra madre, otro padre y otra familia, ¿a que sí?
Y al final, ni hablar del peluquín…