La moraleja de Carlos Herrera por lo que le pasó a una oyente: “Con tendinitis, no vayan a probarse un top”

Lo de medir está de moda, sobre todo, medir mal como ha ocurrido con los trenes de Asturias y Cantabria. Estas son las historias de los 'fósforos' de 'Herrera en COPE'

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El angustioso momento de una oyente de Carlos Herrera al probarse un top para el gimnasio

Pilar Abad

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Lo que ha pasado con los trenes de Asturias y Cantabria y los túneles sigue dando mucho de qué hablar y lo seguirá haciendo durante un tiempo. Es que todavía nadie se explica cómo ha podido ocurrir, ni siquiera expertos en ferrocarriles que están asombrados ante lo sucedido.

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Iñaki Barrón, director técnico de la Unión Internacional de Ferrocarriles, en Herrera en COPE

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De qué manera se habrán tomado las medidas, como explicaba este lunes Carlos Herrera, para que no quepan en los túneles y tenga que retrasarse el proyecto entre dos y tres años.

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Es justicia poética, al Gobierno no le caben ni los trenes por los túneles; la realidad supera a la ficción

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Y como de medir sabemos todos, porque en alguna ocasión hemos tenido que echar mano del metro para colocar estanterías, muebles o espejos; por ejemplo, en nuestras casas; o para reformas…Y hay quienes también lo hacen a ojo; y claro, pasa lo que pasa. También tenemos las travesuras de niños y los tradicionales meter la cabeza entre barrotes… En fin, historias que nos cuentan ‘los fósforos’ de ‘Herrera en COPE’ con las que sorprenden a la audiencia.

Meter la cabeza por las rejas de la Casa de Fieras de El Retiro

Era el año 1959, Manuel Jesús tenía 10 años y estaba en el Retiro. Quería entrar en la Casa de Fieras pero “costaba una peseta y eso era imposible pagarlo un niño como yo”, nos dice. Así que no se le ocurre otra cosa que meter la cabeza por las rejas, pero “al meter el cuerpo, no entraba”.

Y así pasó un rato hasta que lo vio un amigo que le decía “no respires, deja de respirar que si no, no sales”, hasta que finalmente “salí hace atrás”, explica este fósforo.

Tantos años después, Manuel Jesús sigue recordando “este mal rato que pasé”.

El regalo de un bidón de agua ‘envenenado’

Esta es la historia de Paqui cuando compró una casa que estaba en reforma pero que ellos tenían que terminar. El anterior propietario les ‘regaló’ el bidón de agua que estaba en la casa y ellos estaban encantados hasta que llegó el momento en el que había que sacar ese bidón del lugar en el que estaba “no salía por ningún lado”, cuenta Paqui. Al parecer meterían el depósito antes de hacer las habitaciones o demás, porque con la casa ya montada no había por dónde sacarlo.

Al final, nos explica esta oyente “tuvimos que abrir un muro en la casa, sacarlo y volver a cerrar el muro”.

Si tienes tendinitis, no lo hagas

Cristina, que estaba apuntada al gimnasio y sufría tendinitis, cuenta que un día “fui a probarme un top para el gym”. Así que se metió en el probador, sin apenas poder mover el brazo, y “me metí el top, pero no salía… estaba atrapada por el top”.

Una historia que recuerda esta fósfora entre risas, porque dice que “no podía llamar a nadie para que me ayudara a sacarme el top”. Según explica Cristina, el top “era muy ajustad y yo tenía la dificultad del brazo que no podía subirlo”.

Pero, al final, después de mucho insistir y “de arrancarme hasta la piel”, esta oyente consiguió quitarse el top. Algo que Carlos Herrera celebra y con moraleja: “Con tendinitis, no vayan aprobarse ustedes un top”.

El cerdo que engordó en año 110 kilos y no podían sacarlo del corral

Daniel recuerda que cuando era pequeño, con “10-12años”, en una feria de pueblo les tocó un cerdo que por entonces pesaba “10 kilos”. Su familia decidió criar al animal en el corral “donde teníamos las gallinas y conejos”. Al años siguiente “el cerdo pesaba 120 kilos”.

El día que iban a hacer la matanza “nos dice el matarife que cómo sacamos al cochino del corral si le faltaba medio metro al pobre”, nos relata. Tuvieron que echar abajo el corral, parte de una casa adyacente y posponer la matanza para otro día porque se les hizo muy tarde.

La curiosa manera de ‘limpiarse’ los dientes sin palillo de dientes

Los niños pequeños son los ingeniosos, si no que se lo digan a José Manuel. “Cuando éramos pequeños, vivíamos en un pueblo de Extremadura y mi padre ya se había ido a trabajar. A mi hermano pequeño se le había quedado algo entre los dientes y nos tenían prohibido utilizar palillos de dientes”, relata este oyente.

Como iba al colegio y tenían cerca los típicos “cuadernos con un alambre en espiral”, al hermano de José Manuel no se le ocurrió otra cosa que coger ese alambre e intentar quitarse lo que tenía entre los dientes sin tener en cuenta las consecuencias, claro. “Tenía la boca llena de sangre y mi madre llorando, así que fuimos por todo el pueblo corriendo con mi hermano enganchado a la boca el alambre y el cuaderno. No sabíamos si ir al médico, al herrero o al dentista”, explica este fósforo.

Finalmente fue el médico el que logró quitar el alambre de la boca del pequeño.

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