Agadir, 1960 y 15.000 muertos: Marruecos se enfrenta al fantasma de su terremoto más cruel
Los oyentes de Herrera en COPE no han querido hoy pasar por alto el terremoto de Marruecos y han recordado el que ha sido el peor terremoto en el país hasta el momento
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Los oyentes de Herrera en COPE no han querido hoy pasar por alto el desastre provocado por el terremoto de Marruecos de este sábado.
Muchos apoyos al pueblo marroquÍ “y menos al rey de Marruecos”, según ha señalado Antonio Naranjo al anunciar el espacio en el que cada día se da voz a las personas que escuchan el programa. “Marruecos necesita ayuda, ¿no es está el rey obligado a satisfacer las necesidades de su país? ¿no es dueño de 56 palacios repartidos por Europa y África con grifos de oro y toda opulencia, no podía vender uno y ayudar a las necesidades de su pueblo?”, apuntaba Fina desde Barcelona.
Eduardo señalaba desde Pamplona que la historia de lo que va a suceder con la ayuda que llegue al país "nos la conocemos". "Ahora Europa se volcará con Marruecos dándole miles de millones en reconstrucción, que se quedara el rey, y que la población se busque la vida a la hora de reconstruir sus casas".
El colaborador de Herrera en COPE, Ignacio Camacho ha recogido el guante a este mensaje. "Hay un vacío en la cúpula de poder", señala para a continuación poner en valor la situación actual. "No confundamos a los marroquíes con su rey. Allí hay una tragedia y hay que ser sensible".
Otro de los mensajes ha recordado algo que se lleva matizando el fin de semana. El terremoto de este sábado no ha sido el mayor que ha sufrido Marruecos. "En Agadir en 1960 hubo uno en la misma falla pero fue mucho peor", afirmaba Daniel de Jaén.
Este seísmo tuvo lugar el 29 de febrero de 1960 en la ciudad marroquí de Agadir y fue de 5,8 grados en la escala de Richter.
La mala calidad de las construcciones y del suelo, hicieron de él, el más destructivo y mortal de la historia de Marruecos, con entre 12 000 y 15000 víctimas mortales, lo que suponía un tercio de la población que tenía entonces la ciudad.
La magnitud de la destrucción y las temperaturas, que eran muy altas para el momento, complicaron más si cabe las labores de rescate. Los cuerpos se putrefactaron más rápido lo que favoreció un clima poco saludable. Además muchos afectados rechazaron ser tratados para evitar romper el ayuno del Ramadán.