Juan Velarde, piloto de acrobacias: "Los automatismos hacen la vida mucho más fácil"
Juan Velarde surca los cielos a grandes velocidades, es piloto de acrobacias. Este martes se ha pasado por los micrófonos de Herrera en COPE para hablar acerca de su trayectoria
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Juan Velarde está acostumbrado a surcar el cielo a unos 400 kilómetros por hora en su tiempo libre. En el trabajo va un poco más deprisa pero más tranquilo. Se dedica a la aeronáutica deportiva, que tiene cierta similitud con una competición de vuelo o de automóvil. El vuelo acrobático es una de las disciplinas a las que Juan se dedica. Juan no es militar, no tiene conocimientos militares. Viene de la aviación comercial. Ha sido miembro del Equipo Nacional de Vuelo Acrobático y lleva años ganando trofeos como piloto acrobático en varios países. Este martes, se ha pasado por los micrófonos de ‘Herrera en COPE’.
En la carrera acrobática hay una serie de nomenclaturas, que si uno no está habituado y no ha visto el concepto visual es muy difícil de entender. “Definir con una palabra la sensación que uno tiene allí arriba es muy difícil de encontrar. Libertad precisa es una definición que creo que es bastante apropiada. Desde luego que volando tenemos libertad total en los tres ejes del espacio. Yo siempre digo que nos movemos con el avión, pues como un pez dentro del agua. A la vez, es un vuelo muy agresivo y tienes que estar acostumbrado para soportarlo. Esa sensación de libertad es muy potente”, comienza afirmando Velarde.
“Es un deporte en el que tardas muchos años en conseguir una técnica avanzada para poder competir a nivel internacional y tener resultados, pero se basa muchísimo en sensibilidad, en lo que la máquina o incluso el aire te puede llegar a trasmitir. Volamos por puras sensaciones”, continúa el piloto.
Juan empezó su andadura en el vuelo con tan solo quince años. “Desde que tengo uso de razón quería ser piloto. Tengo una referencia muy clara en mi casa. Mi padre era piloto, así que seguí su estela completamente. En cuanto tuve oportunidad con quince años empecé a hacer vuelo sin motor, a volar planeadores. Es una manera muy segura de volar. Un avión que no tiene motor, pues no le puede fallar el motor. Tiene la estructura de un avión normal, pero no tiene motor. Te remolca una avioneta con un cable, una vez que coges cierta altura te suelta y ya empiezas a planear. Muchísimos pilotos se inician así. Aterrizas planeando, se trata de manejar la energía del avión y ser capaz de ganar altura, puedes estar horas volando sin motor”, incide.
Con 16 años obtuvo la licencia y ya podía empezar a volar solo. En cuanto pudo, con 18 años empezó con el título de piloto privado: “Volar aviones de verdad, avionetas con motor”, comenta sobre sus inicios. Poco después comenzó con sus estudios de piloto comercial. “A mi padre le gustaba verme y seguirme”, dice sobre la implicación de su padre. “Él me inició en este mundo. El primer looping y el primer tonel que hice con él, me dije: “Yo me quiero dedicar a esto”.
Juan vuela también un Airbus 330. “La aviación comercial de transporte y línea aérea manejamos una tecnología avanzadísima. Llevamos aviones de 300 toneladas y cruzamos el Atlántico y recorremos miles de kilómetros con una seguridad asombrosa”
La orientación espacial es fundamental y se tiene que tener una orientación innata. A nivel físico requiere mucho aguante debido a la presión atmosférica. “La rotación y la velocidad a la que giran los aviones es el aspecto más importante. Cada vez que el avión cambia de trayectoria, experimentos una aceleración que nos aplasta contra el asiento. La fuerza que ejerzo podría ser equivalente a 900 kilos. Tiene consecuencias en el organismo, se puede perder la visión o el conocimiento momentáneamente”, subraya.
“Según tu descanso, estado anímico o como hayas comido, tu tolerancia puede ser mayor o menor. Hay días que no te apetece entrenar como todos. Los vuelos de entrenamiento son de alrededor de 20 minutos. Tu rendimiento físico disminuye, pierdes precisión y firmeza a los mandos de vuelo. Después de una semana se carga mucho el cuerpo”
“Tuve una situación, un pelín delicada cuando estaba empezando. Tuve un problema con los mandos del avión, pero no fue a más. La seguridad para nosotros es algo obsesivo, es algo supermetódico. No asumimos riesgos innecesarios”, considera.
“Hay dos disciplinas muy diferentes, una de ellas es el vuelo acrobático. Se busca precisión. Un símil podría ser la gimnasia rítmica. Otra disciplina es el freestyle, es más importante la originalidad, vistosidad, sorprender a los jueces. Un tipo de vuelo que tiene mucha plasticidad”.
“Es lógico que un porcentaje de los pasajeros tenga miedo. Todo se lleva de manera milimétrica. Es el medio más seguro por estadística. En caso de un aterrizaje forzoso, escogería una explanada tierra. Buscas una superficie uniforme y larga”, concluye
“Los aplausos se deberían dar tanto antes como después del despegue y aterrizaje”, opina Velarde. “El piloto automático es una herramienta fundamental en la aviación actual. Todo está duplicado, triplicado. Estamos siempre a prueba de fallo individual. Los automatismos hacen la vida mucho más fácil. Libera mucho el estrés”. “No sé si llegaremos a ver aviones con piloto automático”, finaliza el piloto.