Así nació la vocación de Sofía: “El Señor nos llama para ser felices, ¿cómo no vamos a responder?”

Sofía Puente, hermana agustina del Monasterio de la Conversión en Ávila, explica cómo su encuentro con Dios transformó su vida y la ayudó a enfrentar la enfermedad

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Así nació la vocación de Sofía: “El Señor nos llama para ser felices, ¿cómo no vamos a responder?”

Redacción Religión

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Sofía Puente, hermana agustina del Monasterio de la Conversión en Ávila, ha compartido en esta entrevista en 'La Linterna de la Iglesia', presentada por Álvaro Sáez, su testimnio de vida y de fe. A los 24 años, Sofía ya ha recorrido un camino marcado por el encuentro con el Señor y una prueba de salud que la acercó aún más a Dios.

Así nació la vocación de Sofía: “El Señor nos llama para ser felices, ¿cómo no vamos a responder?”

“Yo crecí en una familia que no era practicante ni estaba interesada por la fe”, explicó la hermana agustina, que encontró la vocación religiosa casi por casualidad. A los 15 años, tras un cambio de colegio, tuvo la oportunidad de unirse a un grupo de confirmación. “No fue nada planeado, lo que hace más sorprendente aún mi encuentro con el Señor”, señaló. Esta decisión, que tomó casi por inercia, marcó el inicio de su camino en la fe: “Empecé a interesarme cada vez más por la Iglesia y, para ser coherente, comencé a ir a misa de forma más regular”.

En 2016, Sofía participó en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Cracovia, un evento que consolidó su fe: “Me di cuenta de que la Iglesia estaba viva, y que se ponía en práctica todo lo que había recibido durante mi confirmación”.

Así nació la vocación de Sofía: “El Señor nos llama para ser felices, ¿cómo no vamos a responder?”

Con 18 años tuvo cáncer: “Me acerqué más a la fe”

Sin embargo, el verdadero desafío llegó antes de cumplir 18 años, cuando fue diagnosticada con cáncer. “Tenía un linfoma, un ganglio maligno en el cuello... en lugar de alejarme, durante la enfermedad me acerqué más a la fe”, recordó.

La enfermedad se convirtió en una oportunidad para profundizar en su relación con Dios. “Mi fe pasó a ser un pilar muy fuerte, pero a la vez estaba agitada”, compartió. Durante este tiempo, Sofía experimentó una lucha interior: “Era como discutir con Dios, preguntarle ‘¿por qué ahora, Señor?’. Pero me di cuenta de que esa lucha era bendecida, como la de Jacob con el Señor. Lo podría ofrecer y, de pronto, la enfermedad se volvió algo que podía dar fruto”.

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‘Sofi, ¿tú no te has planteado ser monja?’

Sofía también habló sobre el momento en que decidió entrar en el Monasterio de la Conversión, influenciada por una confesión y una pregunta clave de su hermana: “Verónica me preguntó, ‘Sofi, ¿tú no te has planteado ser monja?’. Fue entonces cuando empecé a tomar en serio esa posibilidad”. Poco después, un voluntariado en el Monasterio de la Conversión confirmó su llamado: “Allí encontré esa perla preciosa de la que se habla en el Evangelio... Sentí que, en lugar de volver a casa, dejaba mi verdadero hogar”.

Por último, ha dirigido un mensaje a las jóvenes que podrían estar considerando una vida religiosa: “Les diría lo mismo que dijo Juan Pablo II: no tengan miedo de abrir las puertas a Cristo. Dios no nos quita nada, nos lo da todo. Cuando llega la llamada, también llega mucha alegría. El Señor nos llama para ser felices, no para amargarnos la vida. ¿Cómo no vamos a responder?”.

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