Irene Pozo: "¿Cuántas veces pasamos de largo ante situaciones que no queremos ver?"
La directora de 'La Linterna de la Iglesia' reflexiona sobre la Jornada Mundial de los Pobres
Madrid - Publicado el - Actualizado
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No sé si recuerdas el momento en el que el Papa Francisco instituyó la Jornada Mundial de los Pobres. Veníamos de vivir un acontecimiento que puso en el centro a las personas marginadas. En el día en que se cerraban en todo el mundo las Puertas de la Misericordia el Santo Padre, al finalizar la Misa en la que participaban miles de pobres, anunció lo que yo siempre he dicho que fue un gran regalo a la humanidad.
Han pasado 5 años de aquel momento y parece que la indiferencia sigue pisando fuerte en este terreno. Porque ser pobre, te hace indiferente. ¿Cuántas veces pasamos de largo ante situaciones que no queremos ver? Es la indiferencia del corazón.
Pero hay un detalle que hoy debemos tener presente, y es que la pandemia nos ha enseñado a mirar de otra manera esta realidad, porque quien más o quien menos se ha visto sacudido por sus consecuencias. Y esto es un paso adelante. Lo que nos hemos ayudado, lo que hemos aprendido, no puede desaparecer. Hay que hacer crecer ese sentimiento.
Hay una cosa que nos pide el Papa en su mensaje de este año, y es que este día esté más presente si cabe en las iglesias locales. Es una fórmula perfecta, nuestras parroquias juegan un papel importantísimo porque es ahí donde compartimos la fe, donde somos conscientes de que todos somos hijos de Dios, también los pobres.
En el marco de la Jornada Mundial de los Pobres, esta mañana el Papa visitaba Asís donde se ha podido encontrar con muchas personas que tienen necesidad, y las ha escuchado. Y se han sentido escuchadas, acompañadas. Porque ese gesto de la escucha es bálsamo que alivia la herida que cada uno de ellos tiene abierta.
Cuando a cualquiera de nosotros nos aprieta algo, cuando vivimos alguna situación de injusticia, o simplemente cuando estamos tristes, enfadados o cansados, nos alivia compartir esa sensación con alguien. Qué gesto tan simple, tan humano, y tan reparador es la escucha.
Ahora que acaba de arrancar la fase diocesana del Sínodo donde, precisamente, la escucha es la base de todo el proceso, qué bonito sería que nuestros hermanos más pobres también se sintieran escuchados. Y eso podemos hacerlo entre todos, hablar con ellos, entender cómo se sienten y, sobre todo, aprender que no son culpables de la situación que atraviesan.
Quién sabe si en esa escucha, nuestro corazón es capaz de despertar de la indiferencia que tantas veces nos acompaña.
Vivamos esta Jornada Mundial de los Pobres como ese regalo de Misericordia que nos ayude a mirar como hermanos y a devolver la dignidad a todas aquellas personas que tienen necesidad.