Diego Garrocho: "Lo más decepcionante de los nuevos consejeros de RTVE es que ni siquiera son profesionales prestigiosos"

El profesor de Filosofía reflexiona en La Linterna sobre la ideología en el periodista y que los nuevos consejeros del ente público pasen a cobrar 100.000 euros

Diego Garrocho
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Redacción La Linterna

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¿Puede un periodista tener o mostrar ideología? Hasta que la inteligencia artificial diga lo contrario, todos sabemos que un periodista es, sobre todo, una persona. Y las personas, obviamente todas, tenemos ideología. Sin embargo, entre las actitudes esperables en alguien que se dedique a informar, estaría el guardar lo que Hannah Arendt denominaba “una actitud hostil con respecto a la realidad”. 

El periodista debe ser alguien que sospecha, o que mantiene un sano escepticismo incluso con respecto a sus propios principios. Es cierto que la filosofía y el periodismo persiguen un objetivo común, la verdad, pero sobre todo son dos disciplinas que convierten la duda en su motor emocional esencial. Creo que la mejor ideología de un periodista debería ser la incredulidad, pero si las fuerzas fallan podríamos asumir con cierta naturalidad el que también los periodistas tengan algunos sesgos ideológicos.

Que existan comunicadores conservadores o progresistas es un hecho previsible y hasta razonable, pero lo que empieza a ser preocupante es que con demasiada frecuencia se mezclen el activista y el profesional de la comunicación. Un periodista puede tener ideología pero jamás debería servir obediencia ciega a unas siglas, pues ya sabemos que los políticos ni siquiera están a la altura de sus propias utopías.

Repasando la nómina de los consejeros de RTVE, que antes cobraban solo dietas y que ahora tendrán un sueldo de 100.000 euros al año, no solo cabe lamentar la falta de pluralismo o el evidente sesgo político. Lo más decepcionante es que en su mayoría ni siquiera son profesionales prestigiosos, sino que son periodistas que han hecho toda su carrera al servicio de siglas concretas. Su mérito principal no es la libertad sino la servidumbre, que es el peor enemigo de la información veraz.

Dos ideas prácticas, por si calan: Ojalá algún día prohíban los móviles en las tertulias y así evitaríamos tener que escuchar argumentarios en tiempo real. Y otra cosa, de todas las personas que están opinando en la esfera pública, quienes hayan cobrado alguna vez de un partido político, que lo hagan público. No vaya a ser que las opiniones y los sesgos no sean ni siquiera sinceros.

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