Un holandés llega a un pueblo de Cádiz, ve un animal típico de allí y toma una decisión que cambia la economía de los vecinos
Expósito cuenta la historia de Fred Guelen, que llegó a la localidad gaditana en 2007 y no esperaba que una variedad de especie animal le motivase durante años a invertir
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En plena sierra gaditana, el pueblo de Grazalema ha encontrado un cambio en el motor económico con algo que les ha devuelto a sus más de 2.000 habitantes a sus verdaderas raíces. Y el cambio vino, en realidad, de alguien de fuera del municipio, un holandés. Y es que Fred Guelen se quedó de piedra en 2007 cuando puso un pie en la localidad de la provincia de Cádiz y vio el animal típico de la zona.
Tanto fue así, como contaba el viernes Expósito en La Linterna, que Fred, que era abogado de profesión, decidió invertir, creando un importante cambio en el motor económico de la zona. Algo que ha perdurado con los años, y más ahora en 2025 con la ayuda tanto del ayuntamiento como de los fondos para el proyecto demográfico.
Un holandés llega a un pueblo de Cádiz
Recordaba el comunicador de COPE que en el año 2007 un hombre de nacionalidad neerlandesa de nombre Fred Guelen aterrizó en Grazalema. “Buscaba un cambio en su vida después de haberse dedicado a la abogacía y las adquisiciones de compañías”, explica Expósito. El objetivo de Fred era revertir una situación crítica; para eso contaba con dos elementos: la lana y la gente joven que había emigrado del municipio. Así el empresario puso en marcha una fundación que dio trabajo a seis profesionales en ámbitos como la biología, la ingeniería, la arquitectura y el derecho desde los que apoyaban a la ganadería.
Beatriz Pérez, es quien, con ayuda municipal, formó a las tejedoras de Grazalema. El proyecto aunaba dos pilares: la economía circular y el valor de la mujer rural, como asegura en La Linterna. “Coincidió todo el tema de la lana y han dicho que hay que ponerla en valor, porque es verdad que pagar a los ganaderos es un residuo hoy en día”.
Un proyecto con el que, subraya Pérez, se está recuperando “el valor de las materias primas naturales, pusieron en marcha este proyecto y como ya me conocían, pues me rescataron”. “De alguna manera se pusieron en contacto conmigo desde el ayuntamiento y me dijeron que tenían fondos para poner en marcha el proyecto que me fuera a iniciar la formación”.
La respuesta de las vecinas fue un éxito. Las 15 plazas previstas para las mujeres de Grazalema fueron insuficientes teniéndose que ampliar hasta 30. Hubo incluso quien se quedó sin reserva. Cuenta Beatriz que ha tenido que trabajar con mujeres que no habían tocado una aguja de punto en su vida; otras procedían del crochet.
El animal típico de Grazalema
Y es que, antes del siglo XIX, con algo más de 9.000 habitantes y antes de que la industrialización del sector acabara por extinguir casi al completo la actividad en la zona, los ganaderos de esta localidad andaluza consiguieron un animal local para que produjese la mejor materia: la oveja merina grazalameña, que fue el animal con el que se topó el holandés. Ahora, el municipio subsiste gracias al turismo, pero el Ayuntamiento ha apostado por el programa Horizonte Lana para que, entre los vecinos, la famosa lana de Grazalema no sólo sea un recuerdo.
El proyecto Horizonte Lana nace de la necesidad de vivir de algo más que del turismo. Para eso han recurrido a los oficios laneros que en el pasado se habían perdido, y a la ayuda que les ha prestado una fundación creada por Fred. Además, cuentan con el apoyo del ayuntamiento de la localidad. “Hemos empezado un proyecto que tiene dos patas”, aclara Carlos Javier García, alcalde.
“La primera de ellas, un curso de tejedoras para que todo ese saber del manejo, en este caso del textil, se recuperase fundamentalmente entre mujeres y por otro lado con la creación de un lavadero ecológico que permita esos usos”, añade en La Linterna, en referencia a 2007 y el proyecto del holandés. “Iniciar una actividad económica vinculada también al cooperativismo que nos parece un camino interesante”.
Un proyecto para el pueblo
Así, ayuntamiento y vecinos se han marcado un objetivo: crear una cooperativa de tejedoras que daría distintos usos a la lana de las ovejas. Esto supondría un nuevo recurso económico para el pueblo gaditano.
La cabra payoya ha sufrido un auge importantísimo en estos últimos años
Alcalde de Grazalema
“La estrategia en torno a la lana debería ser una estrategia de diversificación económica, de empoderamiento además del sector primario, una manera de hacer que lo que hoy ha convertido en un problema para el sector primario, que es qué hacer con la lana porque ese uso de extinción se ha perdido”, explica el regidor en los micrófonos de COPE. Y es que, tras la pandemia, había que demostrar que los fondos de recuperación que reparte el Ministerio de Reto Demográfico tendrían un buen destino si se emplearan en la producción de lana.
“Para que os hagáis una idea, la oveja merina de Grazalema está dando muy buenos resultados, esencialmente desde el punto de vista de la carne y también de los quesos”, explica el alcalde de la localidad. Los quesos de la Sierra de Cádiz, asegura, “lo que es la cabra payoya, ha sufrido un auge importantísimo en estos últimos años”.
Un grupo de mujeres fuertes
Señala Beatriz a Expósito que ella llegó a Grazalema poco antes de que el Coronavirus cambiase nuestras vidas. Al igual que mucha gente tuvo que reinventarse, algo impensable para sus alumnas. Beatriz se ha encontrado un grupo de mujeres fuertes, con ganas de aprender y prosperar profesionalmente.
“En Grazalema es verdad que hay amor por la lana, es un pueblo en el que hay un vínculo emocional con la lana y creo que allí resuena el tema de las artesanías”. De hecho, apunta, “todavía hay una fábrica de mantas y yo creo que es un anhelo de la propia población”.