Expósito: “Los misioneros españoles en el sahel van a seguir incluso entregando su vida por los demás”
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Acabamos el mes de noviembre como lo empezamos, sin gobierno, de momento. Y digo de momento porque me da la sensación de que el pacto con ERC va a salir adelante pero quieren darle emoción, quieren vestirlo, quieren teatralizarlo y dar a entender que todos ceden por el bien del progresismo. La semana que viene tendremos nuevos capítulos de este sainete.
Este viernes nos deja además una cuestión que me gustaría que no pasáramos por alto. El titular es el siguiente: el juez devuelve al jurado de Diana Quer el veredicto contra el Chicle por errores formales y contradicciones.
El jurado ha estado deliberando desde el martes, ¿qué pasa ahora? Pues que los miembros del jurado tienen que fundamentar de nuevo sus respuestas sobre el objeto del veredicto. Así que, a esperar. No es la primera vez que pasa, ya ocurrió con el asesino de Pioz. Pero déjame hacerte dos consideraciones al respecto:
1. Ser jurado no es fácil y al final los que saben de derecho y se conocen las leyes son los jueces
2. Posiblemente el problema de fondo sea la figura de prisión permanente revisable. Una cuestión así hay que fundamentarla muy bien.
Pero, al margen de estas dos cuestiones, yo sigo dándole vueltas a esa amenaza real, avanzada, seria de riesgo de atentado contra españoles en el Sahara. El gobierno ha pedido no viajar a la zona. En los campos de refugiados de Tinduf viven unas 25.000 personas. Entre ellos, un centenar de cooperantes españoles y muchas familias de nuestro país viajan con frecuencia para visitar a los miles de niños saharauis que cada año pasan el verano en España..
En los últimos tiempos te he hablado muchas veces del Sahel. Una zona en la que los grupos terroristas están instalados desde hace tiempo y en la que se les combate. Los periodistas, los empresarios, los cooperantes tomaremos las medidas necesarias y posiblemente no viajaremos, o si viajamos, estaremos dos o tres días y volveremos.
Desde anoche en los que pienso es en los misioneros. Ellos, a pesar de las amenazas, no se van a ir, no van a dejar a su gente. Su vida está allí, su misión está allí
Y te voy a poner ejemplos concretos. Ejemplos de aquellas personas en las que no dejo de pensar desde anoche. Monseñor Aguirre es el obispo de Bangasú. Cambió Córdoba por Bangasú, donde es obispo. Lleva allí desde el año 2000 y ha tenido que hacer frente a una guerra terrible y cruel entre dos bandos que no dan tregua. Juanjo ha visto como su iglesia se llenaba de gente que huía de una muerte segura, ha enterrado muertos y ha visto como algunas misioneras eran asesinadas. A pesar de todo, no tiene miedo.
Otro que tampoco tiene ningún miedo es Saturnino Pasero, un tronco de Vicálvaro, que lleva 30 años en África. Ahora está en Benín. Trabaja en las poblaciones del norte del país, cerca de Nigeria, otra zona de riesgo. Hace unos meses asesinaban en Burkina Fasso a Andrés Hernández un gran amigo suyo, con el que compartió misión.
Además Satur conocía muy bien al italiano Pier Luigi Maccalli que lleva más de un año secuestrado en Níger. Todo eso les hace ser conscientes del peligro.
Más ejemplos. Una de las zonas más complicadas en los últimos tiempos es Mali. Yo he tenido la fortuna de visitarla en varias ocasiones y hay una cosa que me ha llamado la atención. Me contaban que en los últimos años la presencia de los grupos terroristas había hecho que cambiara hasta la forma de vestir de la gente.
Ya no utilizaban colores alegres y vivos, se ha impuesto el negro y la alegría ya no se expresa en sus calles como antes. Y es que en el norte del país se lucha directamente contra los terroristas
Allí, en Mali, conocí a la hermana Carmen. Esta misionera de ojos azules lleva más de 30 años en el país haciendo milagros. Se dedica a formar a chicas para el servicio doméstico. Son chicas que encuentran en la calle y a las que forman y tratan de dar un oficio. Carmen llegó incluso a comprar a una chica - literalmente, pagó varios acos de mijo por ella - para que no la casaran con un anciano. “Si me entierro aquí no pasa nada” me decía.
En fin, las amenazas son reales, muy reales, y el riesgo de atentado está latente en estas zonas. Pero ellos, los misioneros, no se van a ir. Van a seguir desarrollando su misión incluso entregando su vida por los demás.