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'El bueno, el feo y el malo' de Jorge Bustos

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'El bueno, el feo y el malo' de Jorge Bustos

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

El bueno: Luis Garicano

Pasó ayer por 'La Linterna' para explicar los términos de su exitosa negociación con el Gobierno en el terreno fiscal. Ignoro si la vulnerable posición política de Cristóbal Montoro ha ayudado a ablandar su duro corazón recaudatorio, pero el hecho es que ha terminado por ceder en menos tiempo del que esperábamos con tal de ganar el voto afirmativo de Ciudadanos al techo de gasto.

El plan del Gobierno era administrarnos la zanahoria lo más cerca posible de las próximas elecciones, como han hecho todos los partidos desde que existen las elecciones. Todos creíamos que Montoro iba a hacerse más de rogar, pero solo ha tardado una semana en conceder a los liberales esa bajada fiscal que demandaban. Ahora bien, al margen de quién se ponga la medallita, aquí lo importante es la medida en sí, que este sheriff considera pertinente: aliviar a tres millones y medio de españoles que se beneficiarán de la rebaja o directamente de la supresión del IRPF para que tengan más dinero en el bolsillo y puedan consumir. Estimular el círculo virtuoso de la actividad económica y dar un respiro a precarios y mileuristas, ahora que España ha salido de la crisis y crece al 3%, es lo justo, lo haga Rivera, Montoro o Echenique el día que descubra las ventajas de pagar impuestos para ayudar a los que menos tienen.

El feo: Isabel Rodríguez

En este caso la fea. Se trata de Isabel Rodríguez, portavoz adjunta del PSOE en el Congreso a la que Pedro Sánchez acaba de purgar porque votó a Susana Díaz en las primarias, y eso no se puede perdonar. Da igual la capacidad de una portavoz joven y trabajadora, respetada por todos sus compañeros en el grupo parlamentario. Es más, se diría que para Sánchez la competencia es un lastre del que conviene desprenderse. No vaya a ser que alguien confunda a este PSOE con la antigua solvencia del socialismo español y se le ocurra votarlo.

Así lo quisieron los militantes. Entronizaron a Sánchez no para que se pusiera a coser, sino precisamente para que llevara a venganza a Ferraz. Y Sánchez se ha aplicado a la tarea con el entusiasmo propio de los líderes mediocres, que son aquellos que desconfían del talento del compañero porque ven en él a un competidor y no a un colaborador. Si sigue así no va a tener un partido sino una aplicación de móvil, con algoritmos obedientes en lugar de inteligencias adultas, y por fin Pedro Sánchez podrá protagonizar el papel para el que nació: Yo robot.

El malo: Carles Puigdemont

Y amenaza con seguir siéndolo tres meses más, hasta que sea convenientemente detenido e inhabilitado, que es lo que desea su húmeda fantasía de mártir indepe. No sabemos si Rajoy le concederá ese gusto, ni tampoco si aguantará a su lado la lealtad de Sánchez en la respuesta conjunta del Estado al golpismo catalán. Pero sí sabemos que la mezquindad política de Puigdemont se acelera por momentos. Purga al disidente, anula a la oposición, compra a los medios, amenaza a los funcionarios y propone para siete millones de españoles que además son catalanes un proyecto constituyente tan liberticida que provocaría el sonrojo de Nicolás Maduro.

Nos cuentan amigos catalanes que en sus casas, en las reuniones familiares o de amigos, se evita el asunto del Procés con el mismo silencio espeso que se vivía en Euskadi cuando el terrorismo dividía a los buenos de los malos vascos. A Mas y a Puigdemont y a Junqueras y a todos los tontos útiles que comparten responsabilidad en la extensión del cainismo no les juzgarán solo los tribunales: también la historia, cuando pasen los años y calibremos el daño profundo que el egoísmo demente de unos pocos causaron a Cataluña a principios del siglo XXI. Y nadie los absolverá.

Un disparo en la recámara

Pues traigo un clásico de la izquierda comecuras, el famoso Concordato. Ahora Podemos, Izquierda Hundida y esa tribu de sobacos alevosos que llaman las CUP apuestan por Mendizábal y ansían ponerse a expropiar iglesias empezando por la catedral de Barcelona. Son las mismas fuerzas políticas que se hacen eco muy piadosamente de las advertencias de Cáritas sobre la pobreza infantil para desgastar al Gobierno, pero luego planean maneras de estrangular su financiación. Enternecen las obsesiones de estos cerebros estancados en el siglo XIX con móviles del siglo XXI ''.

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