"Su cara refleja el dolor de la guerra": Expósito se adentra en un centro de acogida de ucranianos en Rumanía
La Linterna de COPE viaja hasta Rumanía para conocer historias como las de Ana y Luitmila, dos refugiadas ucranianas con mucha fortaleza y un pasado doloroso
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Este lunes, Ángel Expósito ha encendido La Linterna desde Rumanía, la frontera este de Europa. Un país que comparte cerca de 650 Kilómetros de frontera con Ucrania que continúa viviendo una guerra que ya cumple 452 días de conflicto. “Nosotros somos muy testarudos. Dijimos que no nos olvidaríamos de esta guerra ni tampoco de sus consecuencias”, advierte el comunicador de COPE.
Claudia y su casa de acogida para refugiados ucranianos
Muy cerca de esta frontera está la ciudad de Galati. Se trata de uno de los núcleos urbanos más poblados del este de Rumanía. Sus edificios están ya muy desgastados por el tiempo y la gran mayoría te lleva a la época de la Unión Soviética. Cerca del Danubio hay una casa que recoge a muchos de estos refugiados ucranianos. Su responsable se llama Claudia: “Bienvenidos a nuestra casa. Os voy a explicar lo que hacemos aquí, para los ucranianos, nuestra familia”.
Claudia le muestra habitación por habitación el centro a Ángel Expósito. La cocina, un gimnasio o la zona de familias: “Aquí tenemos una madre con una hija porque su esposa está en el cielo. Es un capítulo difícil para su hija. También tenemos un abuelo con dos nietas que lleva desde el principio con nosotros”.
La responsable del centro relata algunos momentos complicados. El odio generado por Putin, a través de sus mensajes, ha llegado a muchas personas. “Un doctor no quería hacer una cirugía porque el paciente era ucraniano. Finalmente, encontramos a otro que lo hizo. No abandonamos tan fácil”.
Ana, una madre ucraniana: "Fue difícil huir con mis hijos para estar seguros"
Otra de las mujeres que ha conocido Ángel Expósito es Ana. Ella es de Nikopol, una región que está pegada al río Dniéper. Las bombas, el miedo y en definitiva la guerra hicieron que tuviera que huir rumbo a Rumanía: “En mi zona hubo muchas bombas. Fue muy difícil huir con mis hijos, pero el pastor de mi pueblo me informó de este centro para estar seguros”.
Cuando Expósito le pregunta por el final de la guerra, a Ana se le cae alguna lágrima. Echa mucho de menos su casa. Su deseo es que acabe mañana mismo, pero sabe que este conflicto tiene pinta de alargarse durante meses. Mientras tanto disfruta viendo a sus pequeños jugando en este lugar: “Los niños están bien y seguros. Yo extraño mi casa”.
Luitmila, una ucraniana con la cabeza y el corazón en la guerra
La cara de Luitmila refleja el dolor y el sufrimiento de meses conviviendo con el horror de la guerra. Es casi imposible poder hablar con ella de su marido porque rompe a llorar. En su camiseta se puede ver un corazón con la bandera de Ucrania. Luitmila intentó resistir, pero finalmente abandonó Ucrania para poder salir adelante: “En esos pueblos todos son pastores y las personas dejaron todo para ir a Rumanía. Nos dieron la dirección de este centro”.
En tan solo dos días Luitmila cumplirá 68 años y le harán una fiesta en este lugar. Ahora, en este centro de refugiados, está segura, pero su cabeza y su corazón los sigue teniendo en la guerra: “En la guerra los hombres tienen que ser fuertes, y nosotras también tenemos que serlo. Está siendo muy complicado ver cómo se pelean. Tenemos miedo, pero necesitamos más armas”.
En este centro, los refugiados están seguros. También juegan al bingo, hacen karaokes e incluso pilates. Todo para poder cubrir el tiempo libre de los ucranianos y que por un momento se olviden de la guerra en su país.