El hábito que se hace en casa y que puede provocar agresividad en tus hijos sin que te des cuenta: nefastas consecuencias

La neuropsicóloga Aurora García Moreno explica las claves de por qué algunos niños tienden a ser agresivos en el colegio e incluso acosan a sus compañeros

Ana RumíNekane Fernández

Publicado el - Actualizado

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Una de las cosas que más preocupa a los padres es descubrir que su hijo tiene un comportamiento violento y que, además, lo pone en práctica en todos sus espacios. En los últimos años, sin ir más lejos, han aumentado los casos de niños agresivos, con graves problemas de conducta en casa, en el colegio o en la calle. 

Es lo que le ocurría al hijo de Gema. Se lo contaba a los compañeros de COPE Cantabria. “Nos convocan a una reunión y nos dicen que mi hijo está teniendo conductas disruptivas, concretamente con dos compañeros de clase que tienen habilidades sociales disminuidas, vamos a decirlo así”.

Hablamos de menores que recurren a la agresividad porque, en la mayoría de los casos, no saben controlar sus emociones. Surge ante sentimientos de frustración, celos, o, incluso, una llamada de atención.

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“No es acoso físico, no es agresiones físicas ni empujones, es ninguneos, insultos, desprecios, coacciones, amenazas. Él me dice que no lo ha visto en ningún momento como un acoso” decía Gema apesadumbrada.

El papel de los padres es clave para poder frenar el comportamiento de sus hijos. Por eso, tienen que estar pendientes de si la violencia se repite de manera constante o es la única manera de solucionar sus problemas.

“He sido madre de un niño acosado, pero el acosador se queda totalmente desprotegido. Nadie te dice cómo tienes que actuar. Ahora era una chiquillada, pero en un par de años todas estas conductas pasan a ser delictivas” decía con tristeza Gemma.

Sin duda, no es fácil descubrir que tus hijos, a quienes tratas de educar con los mejores valores, están teniendo unas conductas agresivas y peligrosas con otras personas de su edad.

Los problemas que esta agresividad pueden acarrear

Por eso mismo, nos preguntamos cómo podemos hacer frente a estas conductas y cómo podemos colaborar para que se erradiquen estas prácticas. Es lo que le preguntamos a la neuropsicóloga Aurora García Moreno.

“Según estudios, la agresividad puede tener un componente genético. Padres con conducta agresiva tienen mucha mayor probabilidad de que sus hijos desarrollen este tipo de conductas. También el entorno familiar, donde haya habido algún tipo de abuso físico o emocional, donde haya habido la falta de límites claros o modelos de conducta agresiva que estén muy presentes” empezaba explicando.

E iba más allá: “Niños con dificultades comunicativas, con algún trastorno del desarrollo, con frustración que no la toleran. Los niños no saben cómo expresar sus necesidades, sus emociones, como la ira, la frustración, de una manera adecuada y a través de la agresividad puede ser una manera de hacerse escuchar. Y también la interacción con sus iguales y la presión de sus compañeros puede llevar a esta agresividad”.

niños

Pero, ¿esta agresividad va unida a algún otro trastorno o no tiene por qué?

Lo cierto es que hay que estar muy atento si observas este tipo de conductas en tus hijos, porque pueden hablar de otro tipo de problemas. Trastornos como la bipolaridad o la esquizofrenia. 

Pero no siempre es así, muchas veces solo se trata de una llamada de atención. “Lo importante es identificar el porqué de este comportamiento, si ha sufrido maltrato, por ejemplo, en un pasado o lo más habitual para él es acosar a otros niños como un mecanismo de defensa, por ejemplo, causa de una baja autoestima o por miedos. Actúan acosando porque sus habilidades sociales son escasas o porque no tienen o simplemente por el afán de ser los popus, los guays de la clase” explicaba.

Además, dice, es importante que les ayudemos a gestionar sus emociones porque, de lo contrario, ellos pueden convertirse en potenciales acosadores. “Suelen tener en común, además, todos estos niños la dificultad para tolerar la frustración. Además, no son capaces de ponerse en lugar de otros, carecen de empatía” explicaba.

Dice que, como padres, nos corresponde a nosotros ayudarles con esa gestión de las emociones para que no se canalicen en una agresividad manifiesta

El hábito con el que podemos enseñarles unas malas conductas

Gran parte del problema de agresividad que pueden tener estos niños es, por desgracia, culpa nuestra. Y es que nosotros, como recordaba la doctora, somos sus referentes, por lo que cualquier discusión o comportamiento agresivo es susceptible de imitar.

Y es que, según explicaba, si mostramos conductas agresivas, ellos tenderán a replicarlas, aunque para nosotros sean nimias, tales como discusiones. Por eso, explicaba cómo podemos ayudar a estos niños.

“Se puede cuidar cómo se manejan y resuelvan los conflictos y sobre todo que controlen las emociones porque somos los referentes, porque aquellos niños que en su casa observan que los problemas, los conflictos se resuelven con agresividad, esto es lo que van a aprender. También tienen que reconocer y recompensar positivamente los comportamientos adecuados de los niños y sobre todo promover la socialización para que desarrollen una conducta asertiva” explicaba.

Y si, decía, el problema es muy serio, lo mejor será llevarles a terapia. “En consulta les ayudamos a identificar y a regular sus emociones, es fundamental enseñarles habilidades de comunicación, también promover la empatía, ayudarles a entender cómo se sienten los demás por lo que tú haces y sobre todo la resolución de conflictos de una manera más constructiva. Pero no solamente con los niños, también trabajamos y mucho, y digo mucho, con la familia, con los padres”.