Seis pecios del Desastre del 98

Más de cien años después, los barcos de la batalla de Santiago de Cuba siguen siendo testigos de su último escenario

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Pablo Delgado

Publicado el - Actualizado

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Noche del 2 de julio de 1898, Santiago de Cuba. En el puerto reina una calma tensa: quedan unas horas para que España libre su última batalla naval en sus posesiones ultramarinas. Seis barcos están listos para salir en cuanto sea de día. Fuera les esperan los acorazados de los Estados Unidos. En el buque insignia, María Teresa, un hombre juega al solitario en su camarote: es el almirante Pascual Cervera. Pablo Delgado ha hablado con él.

Sabe que la batalla está perdida, pero es un hombre de honor, con una hoja de servicios larga e impecable. Llega la mañana y sale de puerto, le esperan nueve acorazados estadounidenses, mucho más avanzados que los seis buques españoles. En poco tiempo se resuelve la batalla, de los 2.700 hombres que forman la tripulación española, perecen 356 junto a los seis barcos. Así terminan los tres meses de guerra entre España y Estados Unidos, y los veinte años de conflicto con los insurrectos cubanos.

Hablamos con Luis Ángel Cervera, bisnieto de Pascual Cervera e historiador especializado en la batalla de Santiago de Cuba. Los pecios quedan a menos de un kilómetro de distancia de la costa, y como máximo a treinta metros de profundidad. Son perfectamente visibles más de cien años después. Conforman el llamado ''Parque Subacuatico Batalla Santiago de Cuba'', establecido en 2015 por el gobierno cubano.

Un sexto barco de la batalla, el buque insignia Infanta María Teresa, fue capturado por los americanos como botín de guerra, pero pereció en las Bahamas, cerca del lugar al que Colón llegó en 1492. Hace unas semanas fue, por primera vez fotografiado por Guillermo Cervera, sobrino de Luis Ángel Cervera.

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