Fernando de Haro: "La guerra de Ucrania empieza a provocar cansancio y división en Europa"

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Aimerico Picaud era un clerigo franco que allá por el siglo XIII vivía con cierta tranquilidad en su parroquia. Tuvo noticias desde muy pequeño de que la tumba de Santiago el Mayor, uno de los discípulos preferidos de Jesús, estaba en Galicia, y tan pronto como pudo se puso en camino. Los caminos eran entonces inseguros. Aimerico, que era un hombre de mundo, cuando conoció a los vascos refirió que se vestían como los escoceses, solo hasta la cintura. Los gallegos le parecieron muy paracedido a los franceses. Aimerico fue uno de los 250.000 peregrinos que ya en el siglo XIII visitaban la tumba del apóstol.

Había peregrinos de todas las esquinas del mundo conocido hasta entonces. Solemos pensar que aquel tiempo de las peregrinaciones era un tiempo oscuro. Fue el tiempo en el que se pusieron las bases de la ciencia actual, se empezó a usar el papel y se construyeron ese prodigio que fueron las catedrales góticas. El pensamiento de entonces, en gran medida, es superior al actual. Era un tiempo en el que un hombre como Aimerico, por un ideal, era capaz de recorrer media Europa. Eso no tiene nada de oscuro.

Mañana todos los ministros de energía de la UE tienen una cita en Bruselas. Sobre la mesa las medidas de racionamiento de energía para intentar resistir al chantaje del petróleo y del gas de Putin. El Gobierno de Sánchez ya ha anunciado que no va aceptar el recorte en el consumo del 15 por ciento del gas.

España ofrece aumentar sus exportaciones. A España se han sumad Portugal, Italia, Grecia y Polonia, entre otros.

La guerra de Ucrania empieza a provocar cansancio y división en Europa. La tentación de despedir a Zelenski y de llegar a un cierto acuerdo para detener la guerra y para dejar de sufrir sus consecuencias puede aumentar en las próximas semanas. Pero lo sucedido con el compromiso para sacar el cereal ucraniano, a través de Mar Negro, ha sido una señal de cómo Rusia no respeta sus acuerdos

Ucrania no tiene por qué renunciar necesariamente a sus objetivos. La “estrategia de corrosión” de Kiev está dando ciertos resultados: golpea a las defensas áreas rusas, a su logística, y al abastecimiento que llega de Crimea.

No hay que rechazar algún tipo de armisticio que, a cambio de cesiones territoriales, detenga la sangría de vidas humanas. Pero si en esta ocasión no se frena, de un modo u otro, a Putin, la decena de autócratas, al frente de potencias grandes y de potencias medias, pensarán que pueden hacer lo que quieran. El mundo será entonces un lugar aún más peligroso.

Europa, en la medida de lo posible, debe permanecer unida.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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