De Haro: "El estallido del volcán nos lo ha dejado claro: la naturaleza está fuera de nuestro control"
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El estallido del volcán de Cumbre Vieja en La Palma nos lo ha vuelto a dejar claro. La pandemia nos lo recordó y la nueva erupción nos lo vuelve a refrescar: la naturaleza, a menudo, está fuera de nuestro control. Hasta hace algunos años la facilidad de la vida moderna nos hacía vivir en el sueño de que vivíamos en un jardín bajo nuestro control. Habíamos llegado a la luna, éramos capaces de bajar a las profundidades del océano, de adentrarnos con potentes telescopios en los misterios del universo y nos parecía que mares, ríos, vientos y la naturaleza entera nos obedecía. Un virus. Y ahora el despertar de un volcán dormido nos ha vuelto a poner en nuestro sitio, ha vuelto a recordarnos esa fragilidad de la que tanto nos olvidamos.
El volcán de Cumbre Vieja en la Palma se ha tragado ya un centenar de casas, está arrasando cultivos. La lava avanza a 700 metros por hora esta tarde, a las ocho, llegará al agua. Hay 5.000 personas evacuadas. La isla de La Palma es muy joven en términos geológicos, con apenas unos dos millones de años, aunque se comenzó a formar bajo el mar hace cuatro millones de años La Palma es una isla volcánica con 2.400 metros de altitud, que bajo el mar tiene cubiertos otros 3.000 metros. Es decir, la isla es la punta del iceberg del volcán de más de 5 kilómetros de altura. La erupción que se inició ayer es la constatación de que vivimos en un planeta activo que lleva en funcionamiento 4. 500 millones de años. En zonas volcánicas activas, como las Islas Canarias, es normal que el magma suba desde la profundidad hasta la superficie. El magma que luego se transforma en lava avanza en el interior del volcán rompiendo la roca que tiene alrededor.
Si pudiésemos abrir un volcán como si fuera una maqueta podríamos seguir la ruta del magma hacia la superficie. Pero como eso no se puede hacer el avance del magma se identifica con las ondas que son medidas en superficie mediante los sismómetros. Al comienzo de la semana pasada ya se detectó a 12 km de profundidad el movimiento del magma, se detectó con los enjambres sísmicos. No se puede hacer otra cosa para prevenir una catástrofe que evacuar a tiempo y limitar las construcciones en aquellos lugares que pueden verse afectadas por las zonas volcánicas activas.
Era difícilmente previsible que la erupción de un volcán y la tragedia que esos supone para miles de familias pudiera ser ocasión de confrontación política. Pero la ministra de Industria y Turismo ha incendiado los ánimos al hacer un llamamiento a que el volcán sirva de reclamo Turístico.
La ministra ha corregido sus declaraciones mientras 500 turistas tenían que ser realojados y 5.000 personas viven horas de angustia. Las inclemencias de la naturaleza se pueden afrontar hasta cierto punto con prudencia. Las tontunas de los políticos tienen menos remedio que los volcanes.