De Haro, contundente: "Esto es una democracia y ni Sánchez ni nadie puede recortar derechos fundamentales"

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Sánchez me ha engañado, lo tengo que reconocer. Como muchos pensaba que no se iba a ir. Y esta mañana, cuando me he enterado de que se había ido a ver al Rey, pensé que me había equivocado.

¿Qué sentido tenía irse a ver al Rey si no vas a dimitir, si no vas a convocar elecciones? A las once, incluso cuando ha empezado a hablar, no me podía creer que hubiera ido a ir a ver al Rey para decirle que seguía. Pues ha sido así. Sánchez ha instrumentalizado una vez más las instituciones. Ha instrumentalizado al Rey, a la propia presidencia del Gobierno y ha instrumentalizado su propio matrimonio.

Este no iba de un hombre enamorado y dolido por los ataques que sufre su mujer. Esto no iba de un hombre que no soporta la presión. Esto no va de motivos personales. Esto va del enésimo truco de un político sin respeto por las instituciones, que utiliza todo en su beneficio personal, que ha amenazado con una dimisión para buscar un refuerzo y nuevas armas para ir contra sus adversarios políticos.

Sánchez quiere hacernos creer que la democracia está en peligro, que el pueblo le ha pedido que la salve, que ha sido ungido para sacar adelante una regeneración democrática en la que no cabe la mitad de los españoles. Sánchez quiere hacernos creer incluso que hay una derecha que quiere a las mujeres en casa y con la pata quebrada.

Sánchez ha apuntado a los medios de comunicación y la justicia. Si el presidente está convencido de que algún medio o periodista ha difamado, se tiene que bajar del atril de Moncloa, ir al juzgado, y presentar una denuncia.

Porque en una democracia, un presidente del Gobierno no puede decir cómo debe ejercer la libertad de expresión. En una democracia, eso no sucede jamás, eso los que tenemos cierta edad lo hemos conocido.

Hay que recordar algo elemental: en una democracia liberal, la libertad de expresión y de prensa son derechos fundamentales que solo están limitados por otros derechos fundamentales. Los límites entre los derechos fundamentales los establecen los tribunales. Quien gobierna no puede pretender que el resto de poderes del Estado y de fuerzas sociales se autolimiten, sean empáticos o sean cordiales. La autolimitación, la empatía y la cordialidad son deseables, pero el presidente no nos puede pedir que utilicemos la libertad de expresión como a él le parezca conveniente.

Que no te empeñes, presidente, que esto es una democracia y ni tú ni nadie puede recortar derechos fundamentales. Lo tiene dicho el Tribunal Europeo de Derechos Huamnos: no necesita una proteccio?n especial bajo el paraguas del discurso del delito de injurias y calumnias. En una democracia no se limita el derecho de expresión, por mucho que Tezanos te dé diez puntos más.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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