De Haro, sobre el plan económico de Sánchez: "El problema no es aprobar medidas sino llegar a aplicarlas"
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En plena guerra europea y en plena crisis energética, Hollywood nos ha dado en las últimas horas un tema de conversación diferente en el café, en la oficina, en casa. El tortazo de Will Smith a Chris Rock, el presentador de la gala de los Oscar después de que dijera que la mujer de Smith está calva, nos ha ocupado una parte de la mañana.
Nunca fue conveniente meterse con la parienta de nadie, sin que por eso haya que llegar a las manos. Mal asunto el de la violencia. Pero es curioso que en un mundo como el nuestro, dominado por lo políticamente correcto, en el que es difícil hacer bromas sobre casi todo, a un presentador se le haya ocurrido hacer una broma sobre la mujer de Smith.
Esta mañana Sánchez se ha puesto un traje azul, más claro de los que usa en los Consejos Europeos, y se ha ido a una reunión con los grandes directivos de las grandes empresas españolas para adelantarles el plan contra los efectos económicos de la guerra. Ha habido notables ausencias, el sector de la banca y de las eléctricas no ha mandado a sus primeros espadas para hacerse la foto con el presidente del Gobierno. Sánchez, ahora sí, está dispuesto a actuar y ahora dicen en Moncloa que no hay tiempo que perder. El problema es que aquí no se puede aplicar el refrán aquel que dice que nunca es tarde si la dicha es buena. Sánchez ha dejado de lado su optimismo ingenuo y, por fin, ha empezado a reconocer que la cosa está seria.
Lo dice Sánchez después de que los economistas hayan advertido que tampoco este año vamos a recuperar el nivel que teníamos antes del covid. Es bueno que Sánchez abra la puerta al realismo, es bueno que tengamos plan. El plan, por supuesto, incluye la excepción que Sánchez y Costa arrancaron a Alemania el viernes en el consejo europeo para fijar el precio de la electricidad. España y Portugal van a poder desvincular que el alto precio del gas repercuta tanto en el precio de la electricidad. Todavía hay que ver cómo lo hace el gobierno, seguramente habrá un tope al precio del gas en la subasta que fija el precio de la electricidad. La diferencia entre el tope del gas y el precio real de gas hay que pagarlo. No sabemos cómo piensa el Gobierno pagar esa diferencia. Puede ir nuestro recibo de la luz.
Además de estas medidas el paquete del Gobierno incluye intervención en el mercado y ayudas a las empresas y particulares. No hay bajada de impuestos como pedía el PP. Se limita así la subida del precio de los alquileres, se prohíbe despedir por determinadas causas. Hay 20 céntimos de subvención en cada litro de combustible para todo el mundo. Y nuevas ayudas sociales. El plan supone dice Sánchez usar 16.000 millones. ¿De dónde salen? No sabemos. El problema no es aprobar medidas sino llegar a aplicarlas. Buena parte de las ayudas directas a las empresas aprobadas en plena pandemia se quedaron sin repartir, el IMV, que ahora se mejora, no ha llegado a una parte importante de beneficiarios, el bono social para la luz que ahora se amplía, solo ha llegado a una de cada cuatro familias.
Sánchez pide ayuda a sus socios y a la oposición. Pero les vuelve a poner un plato de lentejas encima de la mesa. Ayer le dedicó a cada uno cinco minutos de teléfono.