De Haro, sobre el TSJM: "La sentencia ha sido un varapalo a la chapuza del Gobierno de Sánchez"

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¿Cómo hemos llegado hasta aquí, se preguntan cinco millones de madrileños y el resto de los españoles? ¿Cómo hemos tenido en menos de dos semanas dos regulaciones diferentes para combatir el virus en la Comunidad de Madrid y que ahora no haya ninguna?

Estamos pendientes de una orden que aclare cómo queda Madrid, que se va a dictar dentro de unas horas. Enseguida nos lo cuenta nuestro compañero Álvaro Coutelenq, para contar lo que está pasando en Madrid, el desgobierno, el caos.

Hay que volver a mayo, a mitad de mayo, cuando en una de las prórrogas del estado de alarma, Sánchez negoció con Ciudadanos un acuerdo para hacer reformas legislativas que permitieran gestionar la pandemia sin el estado de alarma. Y esas normas nunca llegaron, porque Sánchez tiene una minoría insuficiente, porque sacar a delante una ley le cuesta mucho. Por eso se desentendió de la desescalada.

La sentencia de TSJM que anula cierre de Madrid y de nueve ciudades, lo que viene a decir es que Sánchez no ha hecho sus deberes porque la ley del Sistema Nacional de Salud no sirve para limitar derechos fundamentales.

La sentencia ha sido un varapalo a la chapuza del Gobierno de Sánchez. La Comunidad de Madrid y su presidenta se apuntan una victoria política, pero el que ha estado más fino reaccionando ha sido, como es habitual, el acalde Almeida.

"No es el momento de reproches y de arrojarse victorias", ha dicho, y a continuación el alcalde ha pedido a los madrileños que limiten al máximo sus movimientos y no salgan el puente del 12 de octubre de la ciudad. Lo que supone reconocer con lealtad que la situación de la pandemia no está bien en Madrid. Eso le honra al alcalde. Los datos de la pandemia han disminuido en los últimos días, ha habido menos infecciones, ha habido menos PCR positivas, aunque sigue habiendo muchas, y ha habido menos ingresos en los hospitales.

Los que saben de esto dicen que probablemente esas mejoras no se deben ni a las primeras medidas que tomó el Gobierno de la comunidad ni a las últimas de Sánchez que no ha dado tiempo. Puede deberse a que los madrileños se concienciaron en la tercera semana de septiembre, se concienciaron de que había que cambiar.

Después del varapalo, Sánchez desde Argelia, ha reaccionado. Se va a analizar en el Grupo Covid, solo faltaría que ahora el Gobierno de Sánchez volviera a imponer algo.

Sobre el caso Dina

Lo mejor del vicepresidente del Gobierno que tenemos, Pablo Iglesias, es lo previsible que es. Actúa según las pautas que dictan los viejos manuales de agitación revolucionaria. Si un juez dice que es necesario que se te investigue por haber presentando una denuncia falsa, sabiendo que no eres víctima, de nada porque es muy posible que hayas montado un cuento sobre el robo del móvil Dina, tu colaboradora, para tener más votos. Si un juez dice que puedes haber cometido tres delitos con agravamiento de genero, qué haces, qué hace un agitador de manual.

Pues eso un agitador de manual le culpa a la derecha. Primero en una radio y después en sede parlamentaria, en el Senado, sugiere Iglesias que la derecha está dando algo así como un golpe de Estado

Y luego qué hace un revolucionario de manual, el hombre que vino a sanear la democracia asegura que todo el mundo sabe el Supremo lo va declarar inocente, lo que se puede interpretar como una presión a los jueces, y vaticina que la derecha no va a gobernar en muchos años. Iglesias siempre se equivoca de país. Previsible, demasiado previsible.

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