Así fue el macabro crimen de la Guardia Urbana que refleja una serie de Netflix

La codirectora de La Tarde, Pilar Cisneros, analiza junto a Pablo Muñoz el crimen de la Guardia Urbana, a raíz del éxito de la serie en Netflix "El cuerpo en llamas"

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Así fue el macabro crimen de la Guardia Urbana que refleja una serie de Netflix

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

El crimen de la Guardia Urbana, así es como se conoce el asesinato que se produjo en 2017 de Pedro Rodríguez, un agente de ese Cuerpo, a manos de Rosa Peral y Albert López, también compañeros. Ha sido uno de los más mediáticos de los últimos tiempos.

No es extraño, porque la mujer mantenía relaciones con la víctima y su cómplice le convenció a este último de que había que eliminar a Pedro, que se había convertido en un estorbo para ella.

El explosivo triángulo amoroso y la complicada investigación han dado paso a varios libros, a un documental, el segundo que se hace de este tema, y ahora a una serie de ficción, "El cuerpo en llamas", que triunfa en Netflix.

El colaborador Pablo Muñoz, ha explicado que Rosa Peral intentó que la serie no viera la luz en dos ocasiones. Primero en el juzgado de instrucción 54 de Barcelona, alegando que no había visto la serie y quería hacerlo antes de su estreno por si presentaba una demanda por intromisión en el derecho al honor y su intimidad.

La magistrada lo rechazó sin ni siquiera entrar en el fondo del asunto, por una cuestión de forma. Ella no vivía en Barcelona antes de entrar en prisión, de modo que esa demanda debía presentarla en un juzgado de su lugar de residencia, en este caso Vilanova i la Geltrù.

La demanda volvió a ser rechazada, en este caso porque no pagó la fianza previa. Ella se queja sobre todo de que en la serie salen sus hijas pequeñas, pero lo cierto es que estos movimientos han dado más relevancia aún al documental.

La historia del asesinato

El 4 de mayo de 2017, un ciclista encuentra junto al pantano de Foix un Wolksvagen Golf GTI carbonizado y decide llamar al 112.

Le había llamado la atención porque los días anteriores que pasó por la zona ese vehículo no estaba.

Se acercó a la zona una pareja de Mossos que en una primera inspección vio en el maletero unos restos humanos carbonizados, irreconocibles hasta el punto de que no se sabía si la víctima era hombre o mujer.

Hubo suerte, porque aquella persona llevaba una prótesis en la espalda que no había sido destruida por un fuego que había sido alimentado con gasolina, y esa fue la clave para llegar a la identidad del asesinado: era Pedro Rodríguez, miembro de la Guardia Urbana de Barcelona.

Los Mossos, como siempre en este tipo de sucesos, indagan en el entorno de la víctima y lo que averiguan es que tenía una pareja, también policía en la Guardia Urbana. Era Rosa Peral y vivían juntos con las dos hijas que esta mujer había tenido con su anterior pareja, Rubén, un mosso d’esquadra.

Pedro, por su parte, tenía un hijo de un matrimonio anterior. Ella explicó a los mossos que no había denunciado la desaparición porque habían discutido y pensó que cuando se le pasara volvería a casa.

Era una explicación extraña, pero posible hasta ese momento. Sin embargo, pronto entra en escena un tercer actor, Albert López, también guardia urbano y que asimismo mantenía relaciones amorosas con Rosa desde hacía años, y de hecho esa fue la causa de la separación de la mujer con el mosso d' esquadra.

Estos datos, como es lógico, hacían más significativo el hecho de que Rosa no denunciase la desaparición de su pareja oficial.

Rosa acusó a Albert del asesinato de Pedro y dijo que lo cometió por celos. Pero el tribunal no se creyó esa versión porque Albert la acusó a ella, pero sobre todo por las pruebas.

Lugar del crimen

En primer lugar, el crimen se cometió en la casa donde vivían Rosa y Pedro, donde se se detectaron restos de sangre de la víctima. También apuntaban a esa coautoría las llamadas y mensajes entre los dos, los posicionamientos de sus teléfonos junto al pantano donde dejaron el coche con el cadáver.

Tres semanas antes de que mataran a Pedro, Albert entró en una cafetería de Barcelona y le entregó a Rosa una cajita que llevaba dentro un solitario delante de una compañera. Le dijo, "para que te lo pienses".

Esa compañera declaró en el juicio que Rosa se puso en la mano el anillo. Curiosamente, en la otra mano Rosa llevaba otro anillo, éste de su pareja oficial, Pedro. A finales de ese mes, Rosa le dijo a su amiga que había decidido quedarse con Pedro y rechazar a Albert porque vestía mejor y hacía el amor mejor, pero lo cierto es que continuó con ambos.

Las condenas por estos hechos fue condenada de 25 años para ella y Albert a 20. La diferencia entre una condena y otra estriba en que a ella se le aplicó la agravante de parentesco.

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