Asiste desde Oviedo a seminarios por toda España y la idea que saca de ahí le convierte casi en millonario con solo 13 años

Se llama Marco y, junto a su padre, explicaba en 'La Tarde' cuál fue la idea que le ha llevado a facturar desde bien pequeño

Congreso
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Ana Rumí

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4 min lectura

Solo 13 años y casi millonario. Dicho así, parecería un argumento de un libro o de una película de ciencia ficción, pero nada más lejos de la realidad. Se trata de una historia verdadera, de esas que impresionan con solo escucharla. 

Y, desde luego, es lo que nos ha pasado cuando hemos escuchado la historia de Marco Bermúdez. Él, procedente de Oviedo, puede presumir de tener su propia empresa, con trabajadores a su cargo, y con una facturación que muchas otras envidiarían.

Lo normal es que, cuando echas la vista atrás y piensas en tus tiernos 13 años, te das cuenta que pasaste esa preadolescencia jugando con tus amigos, yendo al cine y empezando a descubrir la vida.

Sin embargo, para Marco, ese tiempo vital ha consistido en crear sus propias empresas y empezar a facturar. Lo que para otro sería propio del Monopoly, para él es la vida misma. Pero, ¿cómo surgió y qué es lo que ha conseguido crear?

Recorriendo seminarios de toda España para crear su idea

Con solo 9 años, Marco Bermúdez entró a una escuela de negocios apta para personas jóvenes como él. Estaba dedicada a enseñar sobre el emprendimiento, y, a partir de ahí, comenzó a recorrerse España para ir a diferentes seminarios. 

“El emprendimiento llevo con él toda mi vida, cuando era muy pequeño me gustaba jugar a legos o Monopoly, y eso fue despertando mi espíritu emprendedor” comenzaba contando.

Sin embargo, hasta no ingresar en la escuela, no “canalizó” su talento. “Estuve en una escuela en la que me enseñaban a emprender, empecé con esa edad y he creado tres empresas” nos contaba.

Trabajadora en su empresa

Alamy Stock Photo

Trabajadora en su empresa

Y es que en esos seminarios, cogía ideas para crear sus propios proyectos y empezar a facturar. Pese a haber fracasado con dos de sus empresas, la tercera, por fin, no salió rana.

“Es una empresa que da servicios innovadores de 3D, hacemos merchandising. Llaveros para empresas, trofeos para competiciones, letreros LED para podcast... Todo lo hacemos con materiales a base de fibra vegetal y lo hacemos personalizado porque llama mucho la atención poder hacer algo que de verdad sea solo tuyo” explicaba.

Ahora que factura con esa empresa, el primer sueldo que ganó lo dedicó a sus padres y hermana. “Si no fuera por ellos no estaría yo haciendo esta entrevista. Ahora ya voy comprando ropa y cosas así” decía.

Los fracasos que ha ido acumulando

Marco cuenta que su objetivo principal no es ganar dinero, sino aprender de los fracasos y de la cara B que traiga el emprendimiento. Sin embargo, puede presumir de que sí, también le da beneficios.

Sin embargo, no ha sido todo de color de rosa, y es que creó previamente dos empresas (con 9 y 10 años, impresionante) que resultaron ser un fracaso. O, más bien, un aprendizaje.

“La primera empresa que tuve (de robots humanoides para ayudar a mayores) me puse a pensar, tenía 9 años y no tenía dinero ni la experiencia” contaba.

“El segundo era un proyecto para encontrar productos en el supermercado, porque estaba con mi padre en el súper y no encontrábamos nada, estaba justo en el pasillo de al lado y pensé en cómo solucionarlo y cree la aplicación” explicaba.

Imagen de archivo

Alamy Stock Photo

Imagen de archivo

Lo cierto es que utilizó esos seminarios a los que iba para poder conseguir recaudación, concretamente, 30.000 euros. Algo que, al final, no ocurrió. “No me los dieron, pero no me desmotivé, porque entendí que darle ese dinero a un niño era de estar loco, el crowdfunding podría haber sido una opción, pero no me detuvo” decía.

Carlos es su padre y sabe que su hijo Marco tiene algo especial desde que era bien pequeño. Su iniciativa para jugar y crear estaba por encima de lo normal, pero le preocupa que eso le absorba y no disfrute de su adolescencia.

“No es fácil cuando empieza a demandar demasiada atención, hay muchos días que llegas a casa con cansancio y en lugar de un abrazo te pide algo” decía.

Eso sí, sabe que disfruta y mucho de lo que está haciendo y el beneficio, no solo económico, que le reporta. “Todo son viajes, desplazarte, hoteles...Hasta donde podemos económicamente, llevas la satisfacción de que es un chico responsable que cumple, ahora con sus honorarios se va acomodando el terreno” decía.

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