La lección de amor de Carlos después de que su mujer se quedase en coma: la decisión que tomó en el hospital
Hace tres años que ingresaron a Celia como consecuencia de un derrame cerebral y en 'La Tarde' explica cómo sobrelleva la situación
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Madrid, septiembre de 2024, un día precioso para recorrer los jardines de la Fundación San José de Madrid. El sol da de lleno pero no hacer un calor excesivo, lo que permite una conversación de lo más agradable entre Pilar García Muñiz, directora de 'La Tarde', y Carlos.
Él va todos los días al hospital desde hace tres años, sin faltar en ningún momento. Fue entonces cuando ingresaron a Celia, su mujer, que se había en coma tras un derrame cerebral.
Todo comenzó con un fuerte dolor de cabeza, y aunque Celia no tenía antecedentes médicos, su pronóstico no sería bueno. Aunque al comienzo su estado era vegetativo, en estos años ha ido evolucionando hasta responder no verbalmente a los estímulos que le dan sus cuidadores.
Sin embargo, la lección que está dejando con esta situación Carlos es digna de admiración.
“Cuando estaba en la UCI, me sentaba y se me acercó un neurólogo y me dijo que le hablase. Probablemente oye. Es curioso, debe ser verdad porque lo primero que haces escuchar, no puedes moverte ni abrir los ojos, pero escucha. Eso sí, solo le digo cosas bonitas” le explicaba a Pilar García Muñiz.
La lección que deja cada día en el hospital
Carlos sabe que de nada sirve lamentarse de todo lo que pasó hace tres años, sin embargo, sabe que lo que tiene que hacer ahora es dedicarse en cuerpo y alma al cuidado de su mujer, esperando, en algún momento, buenas noticias.
“Me gustaría vivir aquí, se lo digo a muchos amigos y me miran como si vieran un marciano, pero quiero estar. Me apoyaba con ella en la cama, le doy besos y acaricio, y una hermana me dijo que me iba a dar lumbago y le dije que necesitaba una cama más ancha, y me miró como diciendo ' sí, claro'. Mi hogar está aquí” expresaba.
Carlos ha encontrado en la fundación un segundo hogar, ha adquirido conocimientos sobre el daño cerebral que ni imaginaba, y ha buscado cómo ayudar a su mujer. “Voy poniendo fotos en el mural, de nosotros, nuestros hijos, nietos...Le hablo de viajes y se acuerda perfectamente. Empecé a hacerle ejercicios que me dijeron. Al cabo de unos meses me la encontré en posición fetal, y me dijeron que ella se pone sola, empieza a mover las piernas, los brazos...” decía.
Además, no ha perdido la esperanza por lo que pueda pasar. “Miré un plan de contingencia, el caso es que vivo a 20KM de aquí, pienso que puedo vivir aquí, he mirado las sillas eléctricas estas y voy a estar al lado de Celia, es muy simple”.
Sin perder el sentido del humor pese a las adversidades
A pesar de llevar tres años en una situación que sabe que es durísima, Carlos no ha perdido el sentido del humor, ni tampoco Celia cuando responde a sus estímulos.
“Lleva tres años aquí pero para ella no existan. Le preguntas si fuma y te dice que sí” decía entre risas.
Sin embargo, es consciente de que la situación que atraviesa, es de las más complicadas a las que ha tenido que hacer frente. “Esto es muy duro, cuando ocurre no eres consciente de lo que está pasando. Estás en shock cuando pasa, es duro con el paso del tiempo pero, por mucho que sufras, es un sufrimiento permanente, como si te clavaran un puñal en el alma y nadie te lo quita, no te lo puedes quitar. Es durísimo, es una montaña rusa, hay momentos mejores y peores, lo que no cambia es que yo quiero estar con ella, viviría aquí”.
El doctor Alan Juárez es el neurólogo que atiende a Celia, y explicaba cómo han cambiado los pronósticos de los pacientes en coma desde hace, por lo menos, dos décadas. Ahora ella está en un estado de “estabilidad clínica” y es capaz de responder a los estímulos.
“Se avecina un futuro positivo, sabemos que hay que hacer un estímulo rehabilitador, y hay nuevas tecnologías están dando pasos agigantados” sentenciaba.