El raro y caro regalo de un padre de Madrid a su hija por su primera comunión: lo pidió hace 10 años
Juan Carlos Vázquez comparte con Pilar Cisneros en 'La Tarde' el deseo que pidió su hija Lucía hace unos años y que está a punto de hacerse realidad
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El 3 de agosto de 1973 marcó el final de una era con la fabricación del último SEAT 600. Este icónico vehículo se ganó el corazón de las familias españolas durante los años 60, convirtiéndose en mucho más que un simple medio de transporte. Fue el emblema del crecimiento de la clase media y del desarrollismo económico de la España de esa década.
Desde su inicio, en 1957, se vendieron más de 800.000 unidades en solo 16 años. A día de hoy, apenas quedan 10.000 Seat 600 en España, pero lejos de convertirse en piezas de museo, muchos propietarios los mantienen en perfecto estado y los disfrutan los fines de semana, participando en reuniones y concentraciones organizadas por los más de 100 clubes de aficionados al 600 en el país.
Juan Carlos Vázquez, un ferviente amante del SEAT 600, comparte su historia a Pilar Cisneros en el programa de 'La Tarde'. "El problema es que como ahora mismo estamos en un margen de cambio de la antigua normativa a la moderna, los aficionados estamos perdidos", comenta. "La nueva normativa nos permitiría convertir este vehículo en histórico con una simple ITV en vigor y un certificado de club, además de una pequeña tasa".
Más que un coche
La espera de esta nueva normativa se ha vuelto una odisea para muchos propietarios, ya que las restricciones de emisiones en zonas urbanas y rurales amenazan su movilidad. "Estamos pendientes de una ley que convierta un coche viejo en un coche histórico. Yo lo tengo en el Extrarradio de Madrid, pero hay gente que lo tiene dentro y lleva tres años sin poderlo sacar, porque o paga ese canon o no pueden moverlo", añade Juan Carlos.
Para él, el SEAT 600 no es solo un automóvil, sino un símbolo de su infancia y de los momentos compartidos con su padre. "Ir a lavar el coche, hacer sus cambios de aceite, sus revisiones... todo se hacía en familia", recuerda con cariño. Sin embargo, el de su padre desapareció con el tiempo, llevándolo a una búsqueda infructuosa. "Mi madre siempre recordaba la matrícula, pero tristemente en el '91 se llevó al desguace", lamenta Juan Carlos.
A pesar de este contratiempo, Juan Carlos adquirió su propio SEAT 600 años después y lo bautizó como "Pedrito" porque todos los 600 tienen su propio mote. "Es una forma de viajar ya extinta, pero que mantengo a pesar de todo", afirma con convicción.
Una afición que comparte con su hija
El amor por este clásico parece estar en su ADN, transmitiéndose incluso a su hija Lucía, quien anhela conducir a "Pedrito" una vez obtenga su licencia de conducir. Lo pidió como regalo para su primera comunión, aunque Juan Carlos se lo prometió para cuando cumpliera la mayoría de edad. "Es un recuerdo que se queda en tu infancia y que quiero que siga adelante en el futuro", comparte emocionada.
Para Juan Carlos, tener su SEAT 600 es una promesa de por vida. "Tendré este coche hasta mi último día en este planeta", declara. Y es que este automóvil es un legado que traspasa generaciones, una pasión que perdura en el tiempo y que espera ansiosa por la nueva normativa que le permitirá seguir rodando por las carreteras españolas sin restricciones.