Ivan Lipka, sacerdote ucraniano: "Toda la población está sufriendo psicológicamente por la guerra"
El sacerdote fundó en Toledo una comunidad ortodoxa ucraniana. Dos años después de que estallara la guerra,sus integrantes rezan cada domingo por la paz en la iglesia San Cipriano
Publicado el
3 min lectura
En la parroquia de San Cipriano, en pleno Casco Histórico de Toledo, se celebra cada domingo a las once de la mañana una Misa en rito bizantino, ya que en ella se encuentra una importante comunidad ucraniana. Como viene ocurriendo desde que se produjo la invasión rusa en Ucrania hace dos años, en la Eucaristía se ha vuelto a pedir por la paz.
Se trata de una comunidad ucraniana fundada antes de la pandemia el sacerdote Ivan Lipka. Aunque reside en Madrid desde hace más de dos décadas, donde fundó también la comunidad ortodoxa en la parroquia del Buen Suceso (en la calle Princesa), también acude con regularidad a Toledo para presidir la Eucaristía en San Cipriano, en la que participan unas treinta personas. Normalmente la Misa la oficia el capellán Vladimir, que también atiende a la comunidad ucraniana en Alcalá de Henares.
Las peticiones de paz se repiten cada domingo en San Cipriano
Cuando está a punto de cumplirse dos años desde que las tropas rusas comenzaran a bombardear Ucrania, el Padre Iván asegura que los fieles de esta parroquia toledana del siglo XII es de esperanza: “Todos tienen mucho ánimo porque acabe todo esto y termine de manera positiva para nosotros”, ha señalado en 'Mediodía COPE'
Las peticiones de paz no faltan en las letanías, tan propias del rito oriental: “En la Primera Letanía siempre es por la paz, la paz interior, la paz necesaria dada la situación en la que estamos”, ha comentado el sacerdote ucraniano.
La celebración de la Misa es fuente de esperanza para todos ellos: “Primero les tranquiliza, y luego es fundamental que estemos ofreciendo todo a Dios. Lo más importante es la fuerza de la presencia de Dios”, ha agregado.
Acogida material, cultural y espiritual: así recibe España a los refugiados de la guerra
La mayoría de los que participan en la Eucaristía en San Cipriano son personas que pisaron suelo español antes de la guerra, pero que pese a su pretensión de regresar, ahora se antoja imposible: “Están obligados a esperar cómo evoluciona la guerra. Hay sitios donde están en conflicto y no pueden volver allí porque solo hay militares”, ha precisado el religioso, quien agrega que el perfil de los refugiados son mujeres con niños pequeños.
Refugiados o residentes en España por otras circunstancias, el Padre Iván Lipka se ha mostrado agradecido por la acogida con la que el pueblo español ha recibido a los hermanos ucranianos: “La sociedad entiende su situación, entonces en general España está apoyando a esta gente y están recibiendo a miles de refugiados. No se trata solo de acogida material, también están dando clases para que tengan conocimientos de la lengua, y están haciendo lo posible para acogerles espiritualmente”, ha explicado.
Los efectos de la guerra: el 80% de los ucranianos heridos física o psicológicamente
La mayor parte de la familia de Iván vive en su país natal, al que Iván no ha podido acudir en estos dos años dadas las dificultades para acceder: “Hay que ir a Polonia porque no hay vuelos directos a Ucrania. Desde Polonia tienes que ir con un coche o autobús”, ha detallado.
Pese a que la familia reside en una zona rural, a priori más seguro que las grandes ciudades, el sufrimiento psicológico mina la esperanza: “No planteo traer a mis padres a España porque son mayores y están seguros allí con mis hermanos. Ahí están más a gusto. Moverse aquí es complicado”.
Dos años después de que comenzase la guerra, las cifras son aterradoras: a los catorce millones de desplazados, hay que añadir las consecuencias de los combates y los ataques: 35.000 muertos oficiales, 50.000 personas con amputaciones, 200.000 heridos atendidos por sus familias, miles de personas buscando a un familiar del que no tienen noticia.... el cansancio y la desesperanza están haciendo mella. El 80% de los ucranianos están heridos o física o psicológicamente.