Aceptar el riesgo
Escucha la Firma de José Luis Restán del miércoles 18 de diciembre
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El mismo día en que el papa Francisco cumplía 88 años, los medios de comunicación de todo el mundo han publicado en anticipo un extracto de su próxima autobiografía, titulada “Esperanza”, en la que él mismo revela que durante su viaje a Irak, en 2021, estuvieron en marcha sendas operaciones terroristas para acabar con su vida. Francisco fue informado por los servicios de inteligencia británicos de que varios terroristas suicidas se dirigían a Mosul, una de las cunas más antiguas del cristianismo, para hacerse explotar junto al Papa. Aun así, decidió seguir adelante con una visita que ya desde Juan Pablo II había sido deseada y preparada por la Santa Sede. Las fuerzas de seguridad frustraron los atentados que ya estaba en marcha, pero eso sólo lo supo el Papa tras su histórica visita a Bagdad, a Mosul y Nayaf.
En realidad, esto no es nuevo. Juan Pablo II estuvo a punto de morir a causa de los disparos de Alí Agca, y también es sabido que realizó su viaje a Sarajevo desoyendo las recomendaciones de las fuerzas de la ONU, que le advirtieron de que podría ser objetivo de un ataque terrorista. Los papas son sucesores de aquel pescador de Galilea al que inmortalizó la película “Quo Vadis” escuchando la voz de Jesús que iba a Roma “a morir con sus cristianos”. Entonces Pedro volvió a la ciudad a la que estará ligado para siempre y en donde fue crucificado como su Señor. Aceptar el peligro, aceptar la posibilidad de una muerte violenta, no es en este caso un signo de valentía sobresaliente. El Papa es “el siervo de los siervos de Dios”, que cada día afrontan los riesgos del vivir en un mundo peligroso y violento, un mundo en el que el Verbo de Dios quiso entrar en la carne, y siendo apenas un lactante sufrió ya la amenaza sanguinaria de Herodes. Pedro no puede encerrarse en un palacio, también él tiene que vivir y morir con sus cristianos, testimoniando la única fuerza que vence al mal, la de aquel Niño nacido en Belén.