La verdadera crisis….
Escucha la Firma de José Luis Restán del lunes 11 de febrero
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El presidente de la CEE, Luis Argüello, ha punteado esta mañana en Herrera en COPE los elementos principales del Congreso que ha reunido el fin de semana a más de tres mil personas procedentes de todas las diócesis y de las diversas realidades que componen el tejido de la Iglesia en España. Un encuentro marcado por la alegría de la comunión, ha dicho monseñor Argüello, y atravesado por la conciencia de que la vida cristiana siempre es respuesta a una llamada.
El arzobispo de Valladolid no podía evitar una sonrisa cuando Herrera le ha comentado que lleva escuchando hablar de la “crisis de las vocaciones” tanto tiempo como de la “crisis del teatro”. Quizás este Congreso haya sido un intento de romper un esquema falso. La verdadera crisis es la de la comprensión de la vida como vocación, es decir, como don y misión. Ninguno nacemos por haber suscrito una póliza o haber aprobado unas oposiciones, ha dicho Argüello, sino como fruto de un don gratuito.
Y esta conciencia es la que sitúa adecuadamente las supuestas “crisis vocacionales” en la Iglesia, como también el vacío existencial y la falta de sentido de tantas personas en una cultura en la que se han suprimido los vínculos y en la que se silencian las grandes preguntas. La propuesta que lanza este evento eclesial, sorprendentemente ignorado por los grandes medios (¿o no?), es ésta: pasar de un narcisismo enfermizo y letal a preguntarnos “para quién somos”. Porque sólo desde ahí podemos comprender nuestra identidad: que no podemos concebirnos fuera de la relación con los hermanos, que no podemos realizar nuestra humanidad sin seguir la pista del Infinito al que apuntan como signo todas las cosas que nos importan.
Concluía la entrevista con una mirada al futuro: la Iglesia en España será seguramente más pequeña, pero busca también ser más significativa. Y eso pasará a través de una renovada creatividad de las vocaciones laicales para ser una presencia real en los ámbitos de la vida social, económica, cultural y política. Acompañar y sostener esa presencia debería ser la paciente y ambiciosa tarea de los próximos años.