"Mientras mande Sánchez, el PSOE solo puede ser un partido de siervos que ni piensan ni opinan: callan y obedecen. O mueren"
Escucha el monólogo de Jorge Bustos del jueves 28 de noviembre
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En el corazón mismo de la hermosa ciudad de Huesca, donde hoy estamos emitiendo este Mediodía COPE y donde hace muchos años tuvo lugar un suceso aterrador. Acompáñame un instante al siglo XII, y ríete de Juego de Tronos.
Estamos en plena Edad Medida. El rey Alfonso de Aragón ha muerto sin descendencia. Le sucede su hermano Ramiro, que hasta entonces era obispo de Barbastro. Un hombre de Iglesia, un meapilas según sus adversarios. Porque a los nobles aragoneses, empezando por el conde de Barcelona, no les gusta este sucesor. Y empiezan a conspirar contra él. Ramiro II no sabe qué hacer, así que manda un mensajero al abad del monasterio de San Ponce, con este mensaje: “Los nobles no aceptan mi legitimidad y conspiran contra mi reinado. Dime, maestro, qué debo hacer”. El abad conduce al mensajero hasta el huerto del convento, saca una hoz y rebana las coles que sobresalen. Luego le dice al mensajero: “Cuéntale al rey lo que has visto”.
Ramiro II fue cortando la cabeza de los nobles a medida que entraban por la puerta"
Copresentador de 'Mediodía COPE'
Y Ramiro II recibe el mensaje. ¿Y sabes lo que hizo? Se tomó la metáfora del abad al pie de la letra. Mandó llamar a los quince nobles más destacados del reino y les fue cortando la cabeza a medida que entraban por la puerta. La escena está retratada en un cuadro espectacular que se encuentra en estos momentos encima de mi cabeza, en el Salón de la Justicia de este Ayuntamiento de Huesca. Es la obra maestra del pintor José Casado y muestra el momento en que acceden a la sala los nobles restantes: sus caras son para verlas. Espanto, terror, cólera contenida. Pero el mensaje ha llegado. Ramiro II no tendrá más problemas en adelante para ostentar el poder absoluto en Aragón.
Al contemplar anoche el cuadro, no he podido evitar pensar en el congreso federal del PSOE que empieza mañana en Sevilla. Porque el sanchismo también es un régimen feudal. Hay un único señor al que todo el mundo le debe obediencia. Más que obediencia: sumisión. La crítica interna no está permitida, ni siquiera cuando la corrupción relatada por Aldama invade al Gobierno, a su Fiscalía y alcanza de lleno a la familia misma del Número Uno. Y si alguien desafía al señor feudal, acaba con su cabeza colgando de una campana. Como Juan Lobato. El mensaje está claro: mientras mande Pedro Sánchez, el PSOE solo puede ser un partido de siervos. Y los siervos ni piensan ni opinan ni se escandalizan: callan y obedecen. O mueren".