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"Zelenski es el convidado de piedra en este reparto neocolonial de los dos machos alfa"
Escucha el monólogo de Jorge Bustos del jueves 13 de febrero
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Hoy es el día de la radio, así que hoy es tu día: el día del oyente de radio, que es lo único importante, la única razón de que cada día nosotros nos pongamos delante de un micrófono tratando de contarte lo que pasa, de explicarte por qué pasa, de indignarnos juntos con lo que pasa o de celebrarlo también juntos.
Y hoy la verdad es que hay poco que celebrar, pero mucho que explicar. Porque la conversación telefónica que mantuvieron ayer Donald Trump y Vladimir Putin ha cambiado las reglas de juego del siglo XXI. La intención es parar la guerra de Ucrania y abrir un proceso de negociaciones de paz, pero bajo unas condiciones que rompen la alianza tradicional entre Estados Unidos y Europa, eso que llamábamos atlantismo. Y me dirás: hombre, pero es buena noticia que después de tres años de guerra se haga la paz en Ucrania. Pues depende del precio de esa paz. Y por lo que sabemos, ese precio es muy doloroso y muy preocupante para nosotros, los europeos. Te lo resumo en tres premisas:
Primera: Ucrania, dice Estados Unidos, no puede soñar con regresar a las fronteras de 2014, el año de la invasión rusa de Crimea. Y veremos si recupera algo del Donbás. Es decir, queda convalidado el derecho de conquista de Putin. El más fuerte, el agresor, se queda con el botín. Así que imagina la inquietud de los estonios, o los finlandeses, o los lituanos: todos los países bálticos o nórdicos que figuran entre las ensoñaciones imperiales del zar, nostálgico de las fronteras de cuando el Telón de Acero. Así que los ucranianos muertos en el frente defendiendo su soberanía territorial habrían muerto en vano, años después de que Ucrania renunciase a su arsenal nuclear a cambio del respeto de Moscú. Bueno, pues este es el respeto de Moscú, y ahora también el de Washington, que se quedan a cambio de esta paz injusta los minerales de las tierras raras de Ucrania. Imagina cómo han amanecido en el frente los combatientes de Zelenski, que es el convidado de piedra en este reparto neocolonial de los dos machos alfa.
Segunda premisa. Zelenski debe renunciar a meter a Ucrania en la OTAN. Exactamente lo que siempre ha querido evitar Putin. Exactamente lo que Trump le ha concedido. Y tercera premisa: Estados Unidos no se mojará militarmente para defender Ucrania. Europa ha dejado de ser su problema: debe concentrar sus esfuerzos en China y en la zona del Indo-Pacífico. A partir de ahora los europeos no pueden contar con la protección del primo americano: tendrán que defenderse solos de los matones en el recreo de la frontera este. Y eso significa que habrá que incrementar exponencialmente nuestras partidas en Defensa -no ya al 2%, sino al 5%-, y dejar de destinar recursos a otras cosas, y cambiar la mentalidad confiada de niños sin guerras que los europeos hemos disfrutado durante 70 años gracias al paraguas de la OTAN. Más tanques, más soldados, más servicio militar y menos pacifismo flower power: por ahí va nuestro futuro, o tendremos que atenernos a las consecuencias.
Mañana arranca la Cumbre de Seguridad Internacional en Múnich, donde empezará a dibujarse este nuevo y sombrío panorama geopolítico. Pero todo apunta a que la Unión Europea va a tener que dejar de parecerse tanto a Atenas y va a tener que parecerse más a Esparta, si quiere prevalecer".