“En Cáritas me han ayudado mucho, pero sobre todo he encontrado mucho amor”

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Almudena y Eva son dos de las treinta madres que viven en esta residencia que gestiona Cáritas Madrid

Laura Otón

Publicado el - Actualizado

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Almudena y Eva son dos de las treinta madres que viven en esta residencia que gestiona Cáritas Madrid. Por estos pasillo corren ahora mismo 64 niños, bueno en realidad ahora mismo sólo corre el pequeño Daniel de quince meses. Los demás están en el colegio. Cáritas gestiona esta residencia temporal donde madres solas con niños a su cargo, aprenden a recomponerse de unas vidas rotas que les ha dejado en la calle sin un techo donde vivir y sin posibilidad de tener un trabajo.

Aquí cada cual tiene su historia, y desde luego cualquiera podría tener el récord de la fortaleza ante la adversidad. Almudena llegó de Honduras hace tres años, se quedó embarazada y su pareja no quiso saber nada de ella. El médico le dio la opción de abortar “Me dijo: estás embarazada, pero en tu ficha puedo poner embarazo no deseado y ayudarte. Yo le dije, no, pon que es un embarazo deseado”, recuerda emocionada. Almudena se aferró a la esperanza de su hijo para salir adelante y tras veintidós días en un albergue de las Hijas de la Caridad, su asistente social la remitió a Cáritas, al Hogar Santa Bárbara donde le ayudarían en todo el proceso de gestación. “Cuando me enseñaban la casa para ver qué me parecía, lo primero que vi fue una cuna y un carrito- tiene que dejar de hablar porque se emociona- en ese momento supe que mi hijo iba a tener eso también”, explica mientras se seca las lágrimas. Una tutora de aquel hogar la acompañó en el parto y a los pocos días con su hijo entre los brazos supo que tenía que seguir luchando. Y ahí estaba Cáritas. No la han soltado de la mano.

Ahora vive en la Residencia el Parral con otras 30 mujeres donde recibe apoyo psicosocial y formación. “Las madres hablamos y compartimos experiencias, para las primerizas las que tiene más experiencia son de gran ayuda”, explica.

“Ahora tengo metas, me siento con más fuerza. Yo en mi país era asistente sanitario, me gustaría poder estudiar aquí para trabajar en residencias de mayores. Cuidaba de un señor y cuando se murió me quedé sin ingresos”, sabe que puede hacerlo muy bien y ahora después de todo el proceso de acompañamiento se siente empoderada. La Providencia la acompaña lo tiene claro “ He rezado tanto, me ponía a orara para que me mandara ayuda, para que pudiera salir de todo esto. Lo más importante es que encuentre un trabajo de lo que sea, lo necesito para sacar a mi hijo adelante y poderme ir antes de dos años”.

Y es que ese tiempo, dos años es el que se estima que una de estas mujeres tarde en poder volar sola, en recuperar esa vida rota. El Parral es un centro de estancia temporal que como explica su directora Esther Marcos es “un lugar donde ellas se encuentran a si mismas, pueden convivir con sus hijos en paz. Si tuvieran que encontrar un trabajo según vienen sería imposible. Aquí consiguen el desarrollo personal que necesitan cuando vienen asustadas, llenas de miedos”. Pero se van con un trabajo y como explica Esther vienen a visitarnos, “no perdemos el contacto porque hemos visto crecer a sus hijos”.

Cada familia tiene un alojamiento de dos habitaciones, con una cocina americana y baño. Comparten la lavandería y muchos momentos para contarse su vida.

Eva dice que se siente tan sorprendida como contenta. Ahora no para de pintar maravillosas ilustraciones a color. “Cuando llegué aquí solo pintaba en blanco y negro”, explica esta Uruguaya de 44 años. “Salí corriendo de una casa de dos pisos con bodega y una pareja que durante diez años me anuló como persona, no me dejaba trabajar y elegía hasta mis lecturas. Sabía que cualquier día iba a salir con los pies por delante y no podía ver sufrir a mi hijo ante tanta violencia”, explica con mucho esfuerzo. Eva, no tenía a donde ir, solo una habitación de un piso ocupado donde se fue sin dudarlo. Fueron desahuciados y sin trabajo ni casa cedió la tutela. Dos años ha estado separada de su hijo “lo más terrible que le puede pasar a una madre”, es para volverse loca. Pero no lo hizo porque Cáritas Madrid le ayudó a recuperar todo. Con esta vivienda en El Parral, ha podido reunirse con su hijo y no solo eso: “Gracias a las terapias que nos ofrecen en talleres de arte terapia he recuperado algo muy importante, volver a pintar. Yo he estado muchos años pintando en blanco y negro y ahora pinto personas ¡y a color!. Me he recuperado a mi misma...no puedo estar más contenta”.

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Eva nos enseña sus acuarelas, que ahora sabe nunca más volverá a a abandonar porque ahora es más fuerte de lo que era y sabe que podrá encontrar un empleo. “Ahora ayudo a una familia un par de veces al mes con la limpieza de la casa, o cuando se tienen que ir de viaje me quedo con los niños, pero necesito algo más porque no puedo volver a perder todo lo que tengo” y lo conseguirá, seguro.

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