Un antropólogo advierte a los padres que no pasan tiempo con sus hijos por el futuro: "Durante la infancia"
Francisco Jiménez Bautista, profesor de la Universidad de Granada, guía a todos aquellos que se ven inmersos en una rutina que les lleva lejos de los más pequeños de la casa
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En un mundo cada vez más acelerado y centrado en la rutina, la figura de Francisco Jiménez Bautista, antropólogo y profesor de la Universidad de Granada, se erige como un faro de advertencia para los padres que, inmersos en sus obligaciones diarias, olvidan la importancia de pasar tiempo de calidad con sus hijos.
En sus reflexiones, destaca un punto crucial: la infancia es un período determinante para la formación de la personalidad y el futuro comportamiento de los niños. Jiménez Bautista sostiene que el tiempo que los padres dedican a sus hijos durante los años formativos es vital.
“Los padres que no dedican tiempo a un hijo en la infancia, su vida será un tormento en el futuro”, afirma. Esta declaración, aunque contundente, es un llamado a la acción y la reflexión.
Los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo emocional, social y cognitivo de los niños. Durante este período, se establecen patrones de comportamiento, formas de interacción y vínculos emocionales que pueden influir en toda la vida.
Un antropólogo advierte
La vida moderna, con sus múltiples exigencias, a menudo lleva a los padres a priorizar el trabajo y otras responsabilidades sobre el tiempo familiar. Esta falta de conexión puede generar consecuencias graves, como un aumento en la agresividad y la violencia en la adolescencia y adultez. Según Jiménez Bautista, el niño que crece en un ambiente donde se le dedica poco tiempo de calidad puede internalizar sentimientos de abandono y falta de amor, que a su vez pueden manifestarse en conductas problemáticas más adelante.
Uno de los puntos más preocupantes que menciona el antropólogo es la “naturalización” de la violencia. A través de su extensa investigación en diferentes contextos sociales, ha observado cómo la violencia se convierte en un comportamiento aceptado o, incluso, esperado en ciertas comunidades. Esto es particularmente alarmante cuando se considera que los niños que no reciben la atención adecuada pueden ser más susceptibles a este tipo de influencias. La falta de comunicación y el diálogo en el hogar son factores que alimentan este ciclo de violencia.
Jiménez Bautista enfatiza que el trabajo con los niños debe comenzar desde una edad temprana, idealmente entre los 6 y 12 años, donde se forman las bases de su identidad. Durante este tiempo, es crucial que los padres fomenten un ambiente de amor, apoyo y comunicación abierta. La educación para la paz, como él lo llama, debería ser un componente esencial en la crianza de los niños. Esto incluye no solo educar en valores, sino también enseñar a resolver conflictos de manera pacífica y constructiva.
En su intervención, también hace hincapié en la necesidad de evitar que los niños internalicen mensajes negativos sobre el mundo que los rodea. Frases como “no se puede confiar en los demás” o “el dinero siempre se roba” pueden crear un marco mental que favorece la desconfianza y la violencia. En cambio, Jiménez Bautista propone un enfoque proactivo: “Los padres deben preguntar a sus hijos cómo pueden ayudarles, involucrarse en su vida diaria y ser un apoyo constante”.
Los padres que no pasan tiempo con sus hijos
Por tanto, la recomendación para los padres es clara: priorizar el tiempo de calidad con sus hijos. Esto no solo fortalece el vínculo familiar, sino que también sienta las bases para una sociedad más pacífica y cohesiva en el futuro. La dedicación y el amor que se invierten en la infancia pueden dar lugar a adultos empáticos y responsables, que, a su vez, contribuirán a un entorno social más armonioso.
El mensaje de Francisco Jiménez Bautista es una invitación a repensar nuestras prioridades. En lugar de dejarnos llevar por la vorágine del día a día, debemos recordar que el tiempo que pasamos con nuestros hijos es una inversión en su futuro y en el nuestro. Cultivar relaciones sólidas desde la infancia es el primer paso hacia un mundo más comprensivo y menos violento. Así, la tarea de ser padres no solo se convierte en un deber, sino en una oportunidad invaluable para construir un futuro mejor.