Soy neuropsicóloga y tengo la clave para decir "no" sin que te sientas mal por ello: "Hay un miedo latente"
Alba Cardalda es la autora de 'Como mandar a la mierda de forma educada' y asegura que es posible dar una negativa en esos momentos complicados o de tensión
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En el vertiginoso ritmo de la vida diaria, muchas veces nos encontramos atrapados en la necesidad de complacer a los demás, temerosos de ser percibidos como egoístas si decimos "no". Sin embargo, aprender a decir "no" es una habilidad crucial para nuestra salud mental y emocional. Y, aunque pueda parecer una tarea difícil, la neuropsicóloga Alba Cardalda, autora del libro "Cómo mandar a la mierda de forma educada", asegura que hay formas de dar una negativa sin que nos cause un sentimiento de culpa.
En su reciente participación en el programa Poniendo las Calles de Cadena COPE, Cardalda charló con los presentadores Carlos Moreno "El Pulpo" y Rosa Rosado sobre cómo podemos aprender a poner límites, especialmente cuando decir "no" puede generar tensiones o malentendidos.
Uno de los aspectos más relevantes que abordó Cardalda durante la conversación fue el impacto emocional de no saber establecer límites. A menudo, las personas, por miedo a defraudar a otros o generar conflictos, se sienten obligadas a decir "sí" a todo. Sin embargo, este comportamiento puede resultar en un desgaste emocional considerable, lo que incluso puede llevar a problemas de salud como el síndrome de burnout.
"La mayoría de personas recurren a las mentiras piadosas porque no se atreven a decir lo que realmente piensan o necesitan. Hay un miedo latente a que la otra persona se enfade, y a veces, nos sentimos culpables por no complacer", explicó Cardalda. Esta dinámica de evitar el conflicto puede parecer una solución a corto plazo, pero a largo plazo puede generar frustración y un creciente malestar interno.
Las "mentiras piadosas" como una salida temporal
Una de las claves para lidiar con estas situaciones, según la neuropsicóloga, es entender que, en ciertos contextos, las "mentiras piadosas" no son necesariamente negativas. Estas pequeñas distorsiones de la verdad pueden ser útiles si lo que buscamos es proteger a la otra persona sin causar daño innecesario. "Es importante saber cuándo decir un no rotundo y cuándo optar por una solución más suave, siempre que no sea para protegerse a uno mismo, sino para evitar un mal mayor", añadió Cardalda.
La cuestión está en ser conscientes de que el "no" no es un rechazo personal, sino una necesidad legítima que responde a nuestras prioridades. "Decir no no significa que rechacemos a la otra persona; simplemente significa que estamos priorizando algo que es importante para nosotros", puntualizó.
La clave para poder decir "no" de manera efectiva y sin sentirnos culpables, según Cardalda, está en la asertividad. Ser asertivos significa expresar nuestras opiniones, necesidades y deseos de forma clara y respetuosa, sin necesidad de justificar cada decisión. Esto se convierte en una herramienta fundamental en todas las relaciones, ya sea en el entorno laboral, personal o social.
"Lo importante no es solo el contenido del 'no', sino cómo lo decimos. A veces, decir 'no' de forma cortante o fría puede generar conflictos innecesarios. Es necesario ser claros, pero también respetuosos", explicó la neuropsicóloga. Además, hay que tener en cuenta que, en algunos casos, un "no" bien comunicado puede fortalecer las relaciones, ya que demuestra una actitud de autoconfianza y honestidad.
¿Por qué es tan difícil decir "no"?
Según Cardalda, una de las razones por las cuales muchas personas temen decir "no" es el miedo a ser juzgadas o percibidas como egoístas. Esta presión social se incrementa en determinadas etapas de la vida, como en la adolescencia, donde la aceptación por parte del grupo puede parecer crucial. "Los adolescentes, por ejemplo, son especialmente vulnerables a este tipo de presión. Aprender a decir no en esas etapas es fundamental para el desarrollo de una identidad sólida y saludable", apuntó.
No obstante, este temor no solo se da en los jóvenes. A lo largo de la vida, muchos adultos siguen cargando con esa dificultad, ya sea por la relación con sus compañeros de trabajo, amigos o incluso en su pareja. "Es fundamental que, en cualquier relación, exista un respeto mutuo que permita establecer límites. De lo contrario, se corre el riesgo de perder la identidad personal", añadió.