El rey de Aragón que llegó tras reconquistar un pueblo de Málaga en una sucesión sin precedentes en la historia
España solo sabía dirimir situaciones sin herederos de linaje con guerras, por eso el suceso que recuerda el historiador José Luis Corral es trascendental para España
Publicado el
4 min lectura
España ha sido testigo de muchos eventos históricos que definieron el rumbo de la nación, pero pocos son tan fascinantes como el Compromiso de Caspe, un acuerdo que marcó un antes y un después en la historia de la corona de Aragón. Este acontecimiento no solo resolvió una crisis dinástica en la Edad Media, sino que sentó un precedente crucial para el futuro de las instituciones en España. Tal y como destacó el historiador y experto en historia medieval José Luis Corral en Poniendo las Calles, lo ocurrido en 1412 es uno de esos momentos decisivos que nos recuerda cómo, en el pasado, España fue capaz de resolver grandes conflictos sin recurrir a la guerra, sino mediante el diálogo y el consenso.
En 1410, la corona de Aragón se encontraba sumida en una crisis sin precedentes. Martín el Humano, el último rey de la casa de Aragón, falleció sin dejar heredero directo. Su hijo, Martín el Joven, murió antes que él, lo que dejó el trono vacío. En un contexto medieval donde las sucesiones de reyes a menudo se resolvían mediante conflictos bélicos, Aragón se encontraba en una encrucijada: ¿cómo elegir al nuevo monarca sin sumirse en la violencia?
José Luis Corral explica que la situación se resolvió mediante un proceso absolutamente único en la Europa medieval. En lugar de recurrir a la guerra como sucedía en otros reinos (como la Guerra de las Dos Rosas en Inglaterra), los tres grandes reinos de la corona de Aragón –Aragón, Cataluña y Valencia– decidieron convocar un parlamento para buscar una solución pacífica.
La situación se tornó tensa. Tras un primer intento en 1411 en el que, lamentablemente, se produjo el asesinato del arzobispo de Zaragoza, los reinos de la corona decidieron reunirse nuevamente en 1412 en la ciudad de Alcáñiz. Aquí se llegó a un acuerdo histórico: se constituiría una comisión de compromisarios que, en junio de 1412, elegirían a un nuevo rey a través de un sistema de votación.
Caspe, el escenario de la decisión
Este pacto, que parecía impensable en una época en la que las disputas dinásticas a menudo se resolvían con sangre, se convirtió en un precedente de resolución pacífica de conflictos políticos. La clave del proceso era que se eligiera al rey mediante el consenso de las tres grandes entidades políticas: Aragón, Cataluña y Valencia. Cada uno de estos territorios enviaría a tres representantes para formar una comisión de nueve compromisarios. La votación sería por mayoría absoluta, pero con una condición esencial: al menos un compromisario de cada uno de los tres reinos debía votar por el futuro monarca para que la elección fuera válida.
El acuerdo alcanzado en Alcáñiz dio paso a la famosa villa de Caspe (en la actual provincia de Zaragoza) como el lugar donde se tomaría la decisión final. En ese verano de 1412, se reunieron los nueve compromisarios y, tras un largo proceso de deliberación, la decisión estuvo entre dos candidatos principales: Jaime de Urgell, un noble catalán y biznieto del rey Pedro IV de Aragón, y Fernando de Antequera, hijo del rey Enrique III de Castilla y nieto del propio Pedro IV.
A pesar de la fuerte presencia de Jaime de Urgell, que contaba con el apoyo de algunos sectores de Cataluña, Fernando de Antequera fue finalmente elegido como el nuevo rey de Aragón. La votación, que se llevó a cabo el 28 de junio de 1412, resultó en una victoria para Fernando, quien consiguió el apoyo de los tres compromisarios aragoneses, dos de los valencianos y uno de los catalanes.
El ascenso de Fernando de Antequera al trono de Aragón es aún más significativo si se tiene en cuenta que, un año antes, había logrado conquistar para Castilla el importante enclave de Antequera, en la provincia de Málaga. Esta victoria, que ocurrió en 1410, le dio a Fernando una relevancia adicional que impulsó su candidatura a la corona aragonesa. Como señala José Luis Corral, su figura como rey de Aragón fue el resultado de un proceso que no solo fue una elección política, sino también una negociación de poder entre los distintos territorios de la corona.
El rey que llegó tras reconquistar Antequera
La elección de Fernando no estuvo exenta de oposición. Jaime de Urgell y algunos nobles aragoneses, como la familia de los Luna, no aceptaron el resultado y se rebelaron, dando lugar a una pequeña guerra que terminó con la derrota de los partidarios de Urgell. Sin embargo, la resolución de este conflicto, que culminó con la coronación oficial de Fernando I en 1414, es otra muestra de cómo los acuerdos y las instituciones pudieron prevalecer sobre el uso de la fuerza.
El Compromiso de Caspe no solo resolvió una crisis dinástica de gran calado, sino que también dejó un legado importante para la política española. José Luis Corral concluye que este acuerdo, que evitó una guerra civil en Aragón y permitió la elección de un nuevo rey mediante el diálogo, debe ser reivindicado como un ejemplo de cómo la negociación y el respeto a las instituciones pueden ser las herramientas más poderosas para resolver disputas. En un momento en el que el mundo parece estar plagado de tensiones y desacuerdos, la historia de Caspe nos recuerda que, incluso en las situaciones más complicadas, es posible encontrar soluciones pacíficas que beneficien a todos los implicados.