El bombero que explica a los niños que hacer en un incendio mediante cuentos: “Así nos jugamos la vida"
En sus libros, José Ramón busca acercar a los más pequeños como es la día a día en la vida de un bombero
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Lleva 26 años levantándose a horas distintas, trabajando a turnos de 24 horas, de nueve de la mañana a nueve de la mañana del día siguiente y con servicio los 365 días del año. Hoy nos ayuda a Poner las Calles una persona que tiene una de esas profesiones indispensables en la sociedad. José Ramón Hernández es Jefe de Equipo del Cuerpo de Bomberos de la Comunidad de Madrid.
Su trabajo le hace vivir situaciones sorprendentes, pero hay algo que le hace distinguir si es algo muy importante: “cuando oyes muchas llamadas, el tono de voz de la compañera de la central de comunicaciones o entran muchas llamadas en el teléfono, eso significa que es grave. Cuando la gente está alterada, es grave” - explica a Carlos Moreno 'El Pulpo'.
Los bomberos suelen vivir situaciones complicadas, momentos que te llegan a romper por dentro en todos los sentidos, sobre todo cuando se ven implicados niños. “Todos vemos a nuestros hijos, a nuestros sobrinitos, eso es algo muy especial. Cada vez que hay un niño o una niña involucrada, nos descomponemos pero hay que tener en cuenta que es también cuando más entereza tienes que tener y más tienes que dar todo lo que todo lo que tienes para poder solucionar la situación sin hacer de menos al resto de los clientes.” - asegura el bombero, que reconoce que no son personas hechas de una pasta especial, sino que son padres y madres normales y corrientes, con una formación y una vocación, la de ayudar a las personas.
“Tuvimos una situación muy rocambolesca, una mudanza muy muy accidentada en la que tuvimos que desencajar un canapé de una escalera, dado que fueron muy brutos y decidieron subir la cama por las escaleras y no entraba. Lo intentamos de todas las maneras y al final hubo que cortarla en dos cachos para sacarla.” - es una de las tantas situaciones sorprendentes que ha vivido José Ramón.
Ser bombero es su trabajo e intentan ser humildes, no hacer grandes celebraciones. Cada vez que finalizan un trabajo, se miran, sonríen, ven que todo ha salido como estaba planeado y a continuar con el trabajo.
“Otra tuvo que ver con sacarle a un niño de 8 añitos un anillo. Esa intervención tradicionalmente se hacía con una radial, una máquina de cortar, pero nos parecía muy agresivo. Gracias a un tutorial que vi en Internet pocos días antes, que sacaban el anillo con un hilo de seda dental, y aunque no hay que experimentar y menos en ese momento, fue totalmente efectivo y el niño ni se enteró.” - cuenta como segunda anécdota.
“Recuerdo la explosión de Arganda del Rey, ese momento crítico de la explosión y posterior incendio. Yo estaba ahí, me pilló de lleno la detonación, el camión acabó desguazado, estuvieron afectados tanto policias como sanitarios, hubo dos grandes quemados que estuvieron bastante tiempo en el hospital. Lo primero que haces en ese momento es intentar protegerte e intentar averiguar cómo está el resto de personal afectado y ponerte a trabajar porque ya vas tarde, si no lo hacés tú, quién lo va a hacer. Siempre coordinándose con los demás servicios.”
Ser bombero supone jugarse la vida en muchas ocasiones. Una persona que realiza este trabajo tiene que estar preparado para intervenir en situaciones de riesgo, para lo que está la formación que realizan, el equipo que les cubre, que les enseña, hasta que tienen suficiente entidad como para jugártela.
José Ramón, Jefe de Equipo del Cuerpo de Bomberos de la Comunidad de Madrid, no es solo bombero, también se dedica a escribir cuentos, que su compañero Luis Carabantes ilustra. En ellos describe cómo es la vida de un bombero. La idea surgió hace catorce años, y se la dieron sus hijos cuando iban al parque de bomberos con sus amigos. Cuando llegaba a casa, él les preguntaba si se acordaban de algo que les había contado y la respuesta era negativa. El bombero quería que sus hijos se acordaban de lo que habían visto y escuchado y no dar por perdida la información, y se puso a escribirles un cuento con la visita al parque de bomberos. “Me ayudó mi hijo mayor a escribirlo, que en ese momento tenía cinco años. Me obligó a simplificar al máximo este texto y usar fotos divertidas de Internet. Aquello tuvo éxito y a partir de ahí contacté con el genio del del lapicero que es Luis Carabantes y le propuse el el hacerlo de una forma un poco más seria y hasta la fecha de hoy pues están repartiendo unos 12.000 cuentos anuales,” - cuenta Juan Ramón.
Él solo buscaba adaptar las vivencias de un bombero para que un menor pudiera entenderlo, lo que fue más sencillo gracias a la ilustración, además de hablar en el idioma de los niños, simplificando al máximo para que no aburrirle, algo que se produce en diez segundos.