La heroica decisión de Joaquín que salvó a un niño indefenso de ser ahogado
Nuestro protagonista ha dejado una huella imborrable entre sus vecinos
Madrid - Publicado el - Actualizado
3 min lectura
A sus 35 años, Joaquín es sargento primero de Infantería. Tras seis años destinado en la base militar de Recajo, en las proximidades de Logroño, hace una semana se trasladó a su Asturias natal. Lo que no esperaba es que unos días antes de su marcha, iba a dejar un sello imborrable entre los vecinos de la urbanización en la que residía, después de salvar la vida de un chico de 14 años, que estuvo a punto de morir ahogado en la piscina comunitaria: “Yo estaba tan tranquilo con mi hijo, un vecino amigo mío y su hijo. En un momento dado observé a un crío que se aproximaba a la mitad de la piscina, con cara descompuesta y de preocupación total. Le pregunté qué le ocurría. El chaval pidió ayuda rápidamente. Vimos que había algo flotando, y no nos imaginábamos que podía ser una persona. Cuando vimos que era un chaval, rápidamente sacamos al crío sumergido, que se llama Ismael.”
Ismael era casi un cadáver cuando lograron sacarle de la piscina: “Cuando le tumbamos en el bordillo, comprobé si tenía pulso. El chico estaba tieso. Pensé que no saldría con vida, porque desconocía cuánto tiempo había estado sumergido en el agua. En ese instante, pedí a mi hijo y al de mi amigo que se marcharan, para que no presenciaran este momento. Vi que no respiraba ni tenía pulso, hasta que apliqué las técnicas de primeros auxilios que aprendí en el ejército.”
Ismael, de 14 años, había sufrido una parada cardiaca, tal y como relata Ismael: “Mi mujer, que trabaja en el hospital, me comentó que el chico había permanecido bajo el agua hasta cuatro minutos como consecuencia de la parada cardiorrespiratoria. No le quedaron secuelas porque cuando practiqué la Reanimación Cardiopulmonar, su corazón comenzó a bombear. Le introduje oxígeno en los pulmones con el boca a boca.”
Joaquín vivió un episodio de infarto. Para él fue como un sueño, algo que no ocurrió: “Fue algo caótico. En un primer momento no sabes cómo actuar, y veía que el chico moría ante mí. Estaba prácticamente muerto. Tenía sensación de impotencia. Lo peor es que nadie de mí alrededor sabía realizar una RCP. Me tocó a mí asumir la tarea hasta que llegó la ambulancia.”
La primera noche, Joaquín no pudo conciliar el sueño: “Estaba preocupado, porque cuando se lo llevaron de la piscina me dijeron que iban a quedarle secuelas por el tiempo que pudo estar en el agua. Me quedé muy preocupado. Sabía que estaba vivo, pero no en qué condiciones. Cuando ya me llamó al día siguiente me quedé mucho más tranquilo.”
Dos días más tarde, los padres de Ismael y el propio afectado se pusieron en contacto con Joaquín, su salvador: “Hicimos una video llamada en el que me dijo que ya estaba mejor, en planta, tras dos días en la UCI. Estaba muy emocionado. Confío en que la relación continúe desde la distancia. Nos dimos los teléfonos. Si te soy sincero, el lío de la mudanza y el trabajo que dan mis dos críos han hecho que apenas haya tenido tiempo para pensar en lo que ocurrió. Solo lo recuerdo cuando estoy tumbado en la cama.”
Pese a este fuerte impacto, lo cierto es que Joaquín ha vivido en su trayectoria como militar situaciones límite, concretamente durante las misiones internacionales. Asegura que hizo lo que tenía que hacer, pero Joaquín se ha convertido en el héroe del vecindario. En su urbanización, deja una huella imborrable.